Como si se tratara de un logro personal por parte del Gobierno Federal o viviéramos un fenómeno de bonanza histórica como en el Porfiriato, gran parte de nuestros medios de comunicación impresos se han dedicado desde el año pasado a difundir a sueldo un mito tan risible y peligroso como es el cuento del "superpeso".
Incluso a nivel internacional El País, equivalente español a ese panfleto comunistoide que es La Jornada refería que: "El peso mexicano se aprecia 0.34% el miércoles, acercándose a una cotización de 16.50 por dólar no vista en ocho años. Esta es la tercera sesión al alza y desde que el banco central decidió recortar la tasa de interés referencia por primera vez en tres años en 25 puntos básicos…Ante un episodio de apreciación sostenida(?) en los últimos años, analistas se han referido a la moneda como el "súper peso".
Sin embargo, lo que estos medios comprados o rebasados por su ignorancia omiten es que el "superpeso" que tanto promueven no ha sido capaz de vencer a la "super gasolina" que ronda los 30 pesos en lugar de los 10 pesos prometidos, ni a la "super canasta básica" que ha aumentado hasta 100% o más en sus insumos, ni tampoco a la peor inflación a secas que hemos tenido en los últimos 21 años.
Una premisa básica en materia de Economía Internacional es que existe un pequeño grupo de monedas extranjeras cuyo valor y sustentabilidad depende de la fortaleza económica y estabilidad histórica de la misma para realizar pagos e intercambios entre naciones, y estas se denominan como divisas. Entre las divisas encontramos la Libra esterlina del Reino Unido, el Euro de la Comunidad Económica Europea, el Dólar estadounidense, el Dólar canadiense y el Yen del Imperio japonés.
Desafortunadamente para los ilusos, el Peso Mexicano por carecer de esas características que referimos no es ni puede ser Divisa Internacional por lo que nunca encontrarán a una persona o compañía en Holanda, Gran Bretaña, China o Singapur buscando convertir su moneda a Pesos Mexicanos-ni aunque quisieran, porque tampoco habrá disponibles en un Banco ni en ninguna Casa de Cambios para empezar-por lo que sus transacciones financieras y comerciales las harán en la Divisa Internacional de su predilección o con la que tenga menos disparidad monetaria-a la hora de hacer las conversiones-con la moneda de su país. Por ende, el "superpeso" no es más que propaganda gubernamental.
Respecto a lo anterior, remata Enrique Campos Suárez en El Economista: "Así como muchos creen que Pemex está mejor en manos de un régimen autocrático y con un agrónomo al frente, que dedicada a su negocio de extracción de la mano de la iniciativa privada, así, no son pocos los que piensan que un peso muy apreciado frente al dólar es sinónimo de un triunfo político-económico del Presidente."
Aunque existen ciertas condiciones que brindan solvencia a la Economía mexicana como las remesas, estas solo sostienen el tablero con alfileres puesto que siendo el Dólar Estadounidense el que se encuentra realmente depreciado-por malas políticas públicas del presidente Biden y su financiamiento a la guerra en Ucrania-incluso los mexicanos que reciben las mismas percibirán menos dinero y sin contar todavía con el 55% de pérdida de poder adquisitivo del Peso Mexicano bajo este Gobierno.
Incluso en lo que toca a las remesas existe el enorme riesgo de que estas transacciones de los paisanos en el vecino país del norte puedan ser negadas, controladas o hasta disminuidas en flujo, como lo hizo Western Union en su momento, por sospecha ante el enorme lavado de dinero que los Cárteles mexicanos han hecho con las mismas durante el sexenio.
Por ende, confiar nuestra Economía o pretender fincar su bienestar en un malestar transitorio (la depreciación del Dólar) del vecino país del norte es lo peor que se puede hacer, y menos ante el enorme déficit fiscal que-por desfalcos, endeudamiento y obras faraónicas inútiles-se avecina a nuestro país para el 2025.