La clasificación de Santos a la fase de dieciseisavos de final de la Leagues Cup no es obra de la casualidad; pero tampoco es producto de su buen desempeño, simplemente se debe a un criterio extraño del reglamento de competencia del torneo, que permite que un equipo que no ganó ni anotó un solo gol en ninguno de los dos juegos disputados en la fase de grupos, avance a la siguiente ronda, estando empatado en puntos con otro equipo; porque el criterio de desempate indica que avanza el equipo haya ganado en su enfrentamiento directo, así haya sido en penaltis, ignorando sin rubor la diferencia de goles o partidos ganados y perdidos. ¿Absurdo? sin duda, pero así está contemplado en el sistema de competencia, y es lo que le ha dado a Santos, de manera rara, por decir lo menos, su pase a la siguiente etapa del torneo.
Hasta dónde llegará el cuadro lagunero resulta fácil y difícil predecirlo; fácil porque como está jugando no parece tener muchas posibilidades; difícil porque en el futbol puede pasar cualquier cosa, desde una mala tarde del contario, hasta alguna decisión arbitral que incida directamente en el resultado del juego, en este jueguito no hay nada escrito y los resultados no se dan a priori, los juegos hay que jugarlos.
Estas situaciones provocan, entre otras cosas, críticas al torneo, y ponen en duda la seriedad de este, así como los beneficios deportivos para los clubes, pues criterios como el mencionado, son de tercera o cuarta instancia, para empatar en puntos; como sea, Santos ya está en la siguiente ronda, a ver hasta dónde llega.
Pero hablando de lo que sucedió en el enfrentamiento de Santos con el Atlanta United, la oncena lagunera no mostró ningún progreso en relación a sus partidos anteriores, siguió siendo un cuadro chato, sin profundidad ni verdadera generación ofensiva, incapaz de trasladar correctamente el balón en su zona creativa, en la que Fagúndez no tiene con quien asociarse; y en la que Ambriz insiste en Carrillo, que no ata ni desata, pierde infinidad de balones queriendo hacer una jugada de más en lugar de jugar más sencillo, en repetidas ocasiones tiene a un compañero desmarcado y en buena posición, pero opta por lo más difícil perdiendo la bola y desperdiciando jugadas que pudieran crecer de mejor manera y solo se desperdician.
Santos recurre mucho al pelotazo, signo claro de su poca claridad en la línea media, y cada pelotazo es mandar a la guerra a sus hombres de ataque que siempre aparecen muy aislados, y así es difícil tener oportunidades de gol. Lo más cerca que estuvo Santos del gol, fueron disparos de larga distancia, sobre todo de Sordo, pero nada producto de un futbol bien elaborado, de jugadas colectivas bien armadas, que le permitan a Lozano u otros jugadores plantarse con probabilidades ante el arco contrario. La misma historia de hace rato, el desempeño santista no crece, no progresa, si acaso se rescata que en este encuentro no recibió gol, y en eso tuvo mucho que ver Acevedo, que hoy es de lo más rescatable de Santos en este futbol nuestro de cada día.