¿Alguien pensaba que Santos podría sacar algo de su visita al América en el estadio de la Ciudad de los Deportes, casa provisional de los de Coapa por la remodelación del Azteca para el próximo mundial?
Me parece que ni el más apasionado seguidor santista se atrevía a apostar algo por los guerreros en esta aventura, aunque los cremas llegaran diezmados a este partido; pero que dadas las circunstancias actuales de los laguneros, se antojaba casi imposible que pudieran aspirar a sacar de perdida un puntito, y más por la necesidad imperiosa de los capitalinos de obtener los tres puntos en disputa, para mantener sus aspiraciones de calificar a la siguiente fase del torneo y buscar el tricampeonato, un ingrediente adicional que dificultaba más las cosas para la causa de la escuadra lagunera.
Pero en el deporte y el futbol en particular, no hay nada escrito, y como yo siempre he dicho, los partidos hay que jugarlos, pues nadie gana la víspera; y durante buena parte del encuentro entre águilas y guerreros parecía que los visitantes podrían contener a los millonetas, que no solo no encontraban camino fácil a la meta lagunera, sino que de no ser por varias intervenciones muy acertadas de su portero no se vieron abajo en el marcador.
Pero vino un error grave de Govea, que, lanzándose desde la tercera cuerda, se pasó de rosca en una barrida sobre Calderón y se ganó el cartón rojo y por nada la cárcel, en una violenta acción que dejo a su equipo en inferioridad numérica, abriéndole las puertas al América, que desde ese momento se fue con todo sobre la meta lagunera.
Nacho Ambriz trató de contener el aluvión crema sin éxito, y de a poco América fue resquebrajando el frágil esquema defensivo de Santos hasta dibujar una goleada que culminó con autogol santista para un tres por cero que terminó por ser un marcador que hizo justicia al dueño de la casa, porque si bien en el primer tiempo Santos tuvo contragolpes que pusieron en verdaderos aprietos a Malagón, arquero americanista, también es cierto que el gasto del partido corría por parte de los capitalinos, que siempre buscaron ir al frente, y la expulsión que sufrió Santos y que facilitó las cosas al once de Jardiné, fue producto de la fuerte presión que ya ejercía América sobre la cabaña de Carlitos Acevedo.
Santos sigue clavado en lo profundo de la clasificación, situación que ya provocó un golpe de timón en la dirigencia de Santos, que días antes del juego anunció el relevo en la presidencia de la organización lagunera, a la que llega Alejandro Irarragorri Kalb, a quien su padre, Alejandro Irarragorri Gutiérrez, le confía la responsabilidad de dirigir los destinos del equipo lagunero.
Al Aleco, como le llaman al joven Alejandro Jr., hay que darle el beneficio de la duda y no juzgarlo a priori, y mucho menos por su juventud, pues según el perfil anunciado, se trata de alguien que ha sido preparado para la encomienda que ahora está recibiendo. Ojalá que su gestión sea exitosa y larga, para que Santos Laguna resurja y sea otra vez un gran protagonista en este futbol nuestro de cada día.