Aún cuando ya libramos la muy temida coyuntura por la que muchos ciudadanos temían que el titular del Ejecutivo se perpetuara en el poder, el país está pasando por un mal momento. Siguen en el aire muchas preguntas con respecto a la independencia de la Presidenta de la República debido a los reiterados compromisos que le heredó su antecesor, so pretexto para asegurar la buena marcha del segundo piso de la cuarta transformación creada por AMLO.
Ahora más que nunca requerimos de una mentalidad nacional cohesionada que se exprese de manera clara en favor de la independencia de los poderes. Hacer esto hoy en día, es un acto más allá de toda posibilidad real dado que la 4T se ha empeñado en centralizar el poder en una sola persona.
Así como en la antigua Ágora ateniense o en el Foro romano sólo un selecto grupo tomaba las decisiones, hoy en día hemos retrocedido siglos y carecemos de bases para cimentar una sociedad de participación democrática. Hay que llenar el hueco que falta construyendo las entidades cívicas que atiendan las necesidades básicas de las mayorías, a saber: el derecho a la salud, alimentación, educación y empleo. El hecho es que los gobiernos de la revolución se hicieron de oídos sordos y se dedicaron consistentemente en no escuchar al pueblo, sea por no considerarlo necesario, o bien, por creer, como ha sucedido en muchos otros estados centralistas, que el mejor conocimiento de las necesidades populares era exclusivo de la sabiduría oficial.
El costo lo estamos pagando hoy al igual como sucedió en otros momentos de la historia. El sacrificio humano a nivel personal y familiar sigue siendo hoy en día una cruda realidad.
Corrupción generalizada, costos inflados en las obras públicas, abandono en los sistemas de salud y en los educativos, homicidios al por mayor con cifras inéditas en tiempos de paz en manos de las mafias mexicanas que han expandido su terror y violencia en muchos países de Latinoamérica, Europa y Asia.
Estas son algunas realidades por no contar con organizaciones cívicas fuertes que habrían de crear partidos políticos honestos y representativos, que tendrían la consistencia necesaria para enfrentar los momentos actuales.
El mexicano está hoy en día sin bases sólidas para fincar una sociedad de participación democrática. Hay que llenar el hueco que falta construyendo y reponiendo las entidades autónomas como es el caso del Inai, Coneval y Mejoredeu, sólo por mencionar unas cuantas y que el gobierno en un afán de centralizar el poder, las ha borrado so pretexto de la austeridad y el ahorro.
Hoy se atienden muy especialmente las políticas que anuncia el futuro presidente norteamericano y que de cumplirse, deteriorarán aún más la posibilidad de una contribución independiente y nacionalista de México a la entidad política y económica de Norteamérica, además de que, con la extinción de los organismos autónomos y sin bases democráticas, nuestro país se reduce a la mínima condición de mero engranaje dentro un mecanismo hegemónico.
La coyuntura internacional no permite que México, la doceava economía mundial, flaquee en su contribución al equilibrio económico, político y social del mundo ya que, de lo contrario, nuestro país quedará supeditado a un liderazgo que nos es ajeno.
La lealtad a los ideales y al compromiso social hoy en día están siendo suplantados por un clima de violencia y de reiteradas amenazas en la acción internacional. En esto México debe dar ejemplo de que nuestro desarrollo está fundamentado en los ideales que motivaron la Revolución de 1910 y que hoy están tan vigentes y vigorosos como lo fueron en su momento.