Donald Trump está diciendo muchas cosas que no son ciertas. Y lo hace, sin duda, para tratar de ganar la presidencia el próximo 5 de noviembre. Pero eso no cambia la realidad. Solo muestra a un expresidente y a un candidato desconectado del mundo.
Hay gente que tiene mucho poder y dinero y que crea un entorno a su imagen y semejanza. Nadie les dice que no porque están rodeados de personas que solo les dicen que sí. Todo el tiempo les aplauden y los alaban. Pero no saben manejar las derrotas ni los obstáculos. Cuando las cosas salen mal, se inventan que salieron bien. Y si la realidad no coincide con lo que piensan, entonces dicen que ellos tienen otros datos.
Donald Trump es de esos.
Aquí tengo varios ejemplos:
"En Springfield se están comiendo a los perros", dijo Trump el mes pasado, refiriéndose a los inmigrantes haitianos que viven en esa ciudad de Ohio. "La gente que ha llegado se está comiendo a los gatos. Se están comiendo a las mascotas de la gente que vive ahí".
Pero las autoridades locales han confirmado que eso es mentira. Aun así, el expresidente ha repetido varias veces esas falsas acusaciones.
En Aurora, Colorado, hace unos días, Trump dijo que los inmigrantes estaban "infectando nuestro país". Durante la pandemia de Covid, Trump utilizó el llamado Título 42 para evitar la entrada de inmigrantes por razones de salud. Y si gana la elección, quiere utilizar la norma de nuevo para justificar deportaciones masivas. "La gente que viene está muy enferma, muy enferma. Vienen a nuestro país muy enfermos, con enfermedades muy contagiosas", dijo Trump. Pero no hay ningún reporte médico, ninguno, que corrobore las denuncias de Trump. El año pasado, en acusaciones similares, Trump había dicho que los inmigrantes indocumentados estaban "envenenando la sangre" de Estados Unidos.
En Pittsburgh, recientemente, Trump dijo, "si se fijan en Venezuela, el crimen ha bajado un 72 por ciento. Están sacando sus criminales de Caracas, a sus traficantes de drogas, están vaciando sus cárceles para enviarlos a nuestro país". Esto es falso. Ni el gobierno de Venezuela, ni el de Estados Unidos, han reportado jamás sobre esto. Todo está inventado. También es falso lo que dijo en marzo de que en "todo el mundo está vaciando" sus cárceles para enviar a sus prisioneros a Estados Unidos. El gobierno de Congo, por mencionar un caso, asegura que no hay ninguna validez en dicha afirmación.
Tras el paso del huracán Helene, que dejó decenas de muertos y billones de dólares en pérdidas en Estados Unidos, Trump dijo en un discurso que se habían robado dinero de FEMA (la agencia federal de ayuda en emergencias) para "dárselo a los inmigrantes ilegales". La agencia respondió diciendo que eso era totalmente falso.
Entre las grandes mentiras de Trump, la más persistente y peligrosa es la de que él ganó las elecciones del 2020. No es verdad. Perdió el conteo electoral y el voto popular; 74 millones de votos para él frente a los 81 millones para Joe Biden. Las democracias se sostienen en el principio de que gobierna quien gana más votos. Y Trump ha puesto en duda ese principio fundamental.
¿Por qué miente tanto Trump y por qué ataca tanto a los inmigrantes? Porque le funciona. Así de sencillo. Su estrategia es crear miedo entre los votantes. Eso le da votos. Las últimas encuestas sugieren un empate técnico entre Kamala Harris y Trump, pero con él subiendo en algunos estados clave.
Aun así, la realidad no cambia solo porque lo diga Trump.
Hay un cuento maravilloso y muy conocido de Hans Christian Andersen llamado "El traje nuevo del emperador". Trata de un rey que camina desnudo en un desfile, creyendo que lleva puesto un elegante traje. Al principio, nadie se atreve a decirle que no lleva ropa, hasta que un niño le grita: "¡Pero si no lleva nada!" Poco después, el pueblo entero gritaba lo mismo. Pero el emperador siguió caminando como si nada hubiera ocurrido. "Hay que seguir en la procesión hasta el final", se dijo.
Este cuento fue escrito en 1837, pero se puede aplicar perfectamente a este 2024. Trump seguirá siendo Trump hasta el final. Pero no es cierto, como dice, que los inmigrantes haitianos se estén comiendo a los perros y gatos de Ohio. Ni que los inmigrantes estén infectando a los estadounidenses con peligrosas enfermedades. Ni que cometan más crímenes que los ciudadanos de este país. Ni que se estén vaciando las cárceles del mundo para que sus prisioneros viajen a Estados Unidos. Ni que Trump ganara la elección del 2020. Pero millones de Republicanos no se atreven a decírselo a Trump.
Por eso nos toca a los periodistas ser el niño del desfile que le dice al rey que va desnudo.
En este caso, nos toca apuntar y corregir todas las mentiras que Trump ha dicho - y que sigue diciendo - sobre los inmigrantes, sobre la insurrección del 6 de enero del 2021 y sobre todos los esfuerzos ilegítimos por negar los resultados de las elecciones del 2020. Las democracias mueren, primero, desde dentro.
No se trata de tomar partido con los Demócratas o los Republicanos. Se trata, sencillamente, de tomar partido con la verdad. Y no quedarse callados. Eso es lo que hacen los verdaderos periodistas. Ya lo que decidan los votantes el martes 5 de noviembre es otra cosa.