El oscuro origen de el pozole, uno de los platillos tradicionales de México
Este 15 de septiembre, las familias mexicanas celebran el "Grito de Dolores" y el inicio de la Independencia de México, con el pozole como uno de los platillos más tradicionales en estas festividades.
Cuando pensamos en platillos mexicanos, el pozole sin duda se destaca como una de las opciones más emblemáticas.
Este tradicional manjar, conocido y valorado en todo el país, presenta variaciones en su preparación e ingredientes según la región. Ideal para cualquier celebración o festividad, el pozole es un verdadero símbolo de la rica diversidad culinaria de México.
El pozole, una sopa que se dice "cura las penas," se elabora con maíz y carne, tradicionalmente de cerdo. Se sirve con lechuga, rábano, cebolla, chile y orégano, aunque las variaciones regionales pueden añadir otros ingredientes.
El origen del pozole
Para entender el origen del pozole actual, debemos retroceder al México prehispánico, donde se preparaba de manera diferente, incluso utilizando carne humana. En esa época, el pozole era parte de rituales ceremoniales destinados a ofrendar a los dioses, especialmente a Xipe Tótec, señor de la fertilidad y la regeneración del maíz y la guerra. La receta original era mucho más simple que la versión contemporánea.
Comían a sus enemigos
En el México prehispánico, la carne humana utilizada en el pozole a menudo provenía de guerreros enemigos capturados por los mexicas, los fundadores de México-Tenochtitlan, actual Ciudad de México. En algunos casos, incluso había quienes se ofrecían voluntariamente para este sacrificio.
Los españoles cambiaron el pozole
Este platillo se preparaba en fechas específicas, como festividades dedicadas a las deidades del sol y del agua, entre otros eventos importantes. Sus ingredientes han cambiado con el tiempo debido a la influencia de la cocina española durante la colonización. La carne de sacrificio se sustituyó por cerdo o pollo, y se incorporaron nuevos ingredientes del Viejo Mundo.
Así, el pozole perdió su carácter ceremonial y se popularizó, ganándose el gusto del pueblo. Con el tiempo, se convirtió en un platillo tradicional para celebraciones como bodas, bautizos, XV años y, por supuesto, las fiestas patrias. Su nombre proviene del náhuatl y significa “espuma”, en referencia a la apariencia de los granos de maíz al reventar.