No hay mejor empresa que trabajar por un México en el que todos estemos incluidos. Esta es una de las reflexiones que hice en el Encuentro Nacional Coparmex, Michoacán 2024, en el que tuve el gusto de participar en el panel ¿Quiénes somos como sociedad?, donde expusimos cómo la identidad y el sentido de pertenencia se volvieron temas centrales, recordándonos que sólo cuando cada ciudadano se siente parte activa y digna del país, podemos avanzar juntos.
En el contexto actual de México, el sentido de pertenencia se ha vuelto más que un simple sentimiento; es un motor de cambio. En las elecciones recientes de México, quedó claro que el partido en el poder ganó, más que por sus promesas o por si tuvo o no logros medibles, obtuvo la victoria porque supo resonar con ese sentimiento profundo de identidad y pertenencia que muchas personas buscan, como expusieron Rodrigo Castro Cornejo, Melina Altamirano y Ulises Beltrán en su artículo Las claves de la victoria de la revista Nexos del mes de septiembre.
A menudo, cuando el ciudadano no percibe reconocimiento ni dignidad en su vida cotidiana, busca refugio en un discurso que le otorga una identidad y siente que le da una voz; esto trasciende los aciertos y virtudes de los grupos cuando están en el poder y responde a una necesidad humana de ser visto y valorado.
A propósito de la identidad, Francis Fukuyama expone en su libro Identidad: La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento que los seres humanos buscan ser reconocidos y respetados por quienes son, no obstante, actualmente muchas personas sienten que su dignidad es ignorada o amenazada, lo que ha desencadenado demandas de reconocimiento a nivel global.
De acuerdo con Fukuyama, si durante el siglo XX la política se centró en el debate entre el capitalismo y el socialismo, ahora el debate se ha centrado en la "política de identidad", en la cual los grupos buscan reconocimiento de sus particularidades, ya sea a través de nacionalidades, etnicidades, géneros, creencias religiosas, entre otras cosas.
Según Fukuyama, el auge del populismo y el nacionalismo en varias partes del mundo refleja una reacción contra la falta de reconocimiento de ciertos grupos que se sienten marginados por la globalización, la inmigración y el multiculturalismo. Los líderes populistas han aprovechado el resentimiento de estos grupos, prometiendo devolverles el sentido de identidad y dignidad perdido.
Esto en medio de un proceso de innovación tecnológica que ha generado una mejora de la calidad de vida sin precedentes en la historia de la humanidad. Por los más de 12,000 años que llevamos viviendo en asentamientos y ciudades, la gran mayoría de los humanos vivían en extrema pobreza, es decir, sin alimentos suficientes, pero en los últimos 70 años, esto cambió. Ahora sólo uno de cada diez carece de los alimentos suficientes.
Hoy, en promedio cada humano produce 15 veces lo que producía un humano en 1820. Nos hicimos mucho más productivos gracias a la acumulación de conocimiento, al progreso de la tecnología y a una cada vez mayor colaboración entre todas las partes del mundo.
Sin embargo, Alberto Latí nos recordó en foro Coparmex lo que dijo Charles Dickens en su libro Historia de dos ciudades: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; era la edad de la sabiduría, era la edad de la locura; [...] era la estación de la Luz, era la estación de las Tinieblas"
También vivimos en la era de las bombas nucleares, de la destrucción de la naturaleza, el cambio climático, en la absurda era de una impresionante riqueza y al mismo tiempo 800 millones de personas viven sin alimentos suficientes y muchos más en condiciones laborales o de vivienda lamentables. En la era donde ya no nos escuchamos, cerramos fila con los que piensan como nosotros y cancelamos a los que piensan diferente.
Nos encontramos en la era de la Inteligencia Artificial (IA). Cómo dijo Thomas Friedman, "Todo lo que pueda ser automatizado, será automatizado", yo agrego que todo lo que pueda ser digitalizado, será digitalizado y posiblemente reemplazado por una IA, lo que genera bastante riqueza para muchos, pero deja a muchos otros atrás.
Hemos incrementado el temor, la incertidumbre, la desesperación y el enojo de millones de personas por no cuidarnos los unos a los otros, y por dejar que muchos de ellos se quedaran atrás. Hay quienes no sienten el reconocimiento que todos merecemos y buscamos, muchos sienten que no les estamos dando su lugar.
Cabe recordar la reflexión de Martha Nussbaum, en La monarquía del miedo: "Si vemos a alguien que tiene lo que nosotros aspiramos y pensamos que lo podemos alcanzar, entonces lo emulamos (imitamos). Si los vemos con algo a lo que creemos que tenemos derecho, y pensamos que no lo podemos alcanzar, entonces los odiamos y los queremos destruir".
Todo este enojo por el sentimiento de pérdida de control sobre la sociedad propia, da lugar a políticas divisivas y a una erosión de la confianza en las instituciones democráticas, promueve el populismo y líderes que fomentan la polarización.
Algo similar sucedió el siglo pasado, los excesos y defectos del capitalismo fomentaron el ascenso del comunismo, lo que trajo mucha pobreza y carencias sociales. En esta ocasión los excesos y defectos de la globalización han fomentado el ascenso de la polarización y el populismo, que es como un virus que siempre está presente, esperando que bajemos las defensas para buscar infectarnos de apoyo a gobiernos autoritarios que nos prometen pertenencia a un grupo a cambio de renunciar a nuestras libertades y siempre ha terminado en pésimos resultados.
Tenemos que ser capaces de generar una visión de mundo y de país incluyente donde todos quepamos y donde haya una sobredosis de empatía, reconocimiento y trato digno a los demás. Tenemos que escucharnos con mucho mayor detenimiento e interés los unos a los otros. Por ello, agradezco la invitación de Coparmex a dialogar, ya que ese es el verdadero cambio que México necesita, y no hay mejor empresa que trabajar por un México en el que todos estemos incluidos.