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Australia da el ejemplo, prohibiendo las redes sociales a los niños

ANDRÉS OPPENHEIMER.-

Australia acaba de aprobar una ley que prohíbe a los niños menores de 16 años usar redes sociales como TikTok, Instagram, Facebook y X, convirtiéndose en el primer país en tomar una medida tan tajante.

Es hora de que otras naciones sigan sus pasos.

La nueva ley, aprobada por el parlamento el 28 de noviembre, exige a las compañías de redes sociales que no permitan que ningún menor de 16 años pueda abrir cuentas o usar sus plataformas. Las redes sociales estarán sujetas a multas de hasta 32 millones de dólares si no cumplen con las nuevas restricciones de edad.

"Sabemos que las redes sociales están haciendo daño social", dijo el primer ministro australiano, Anthony Albanese. "Queremos que los niños australianos tengan una infancia."

Otros países, como Francia, han aprobado leyes exigiendo que los niños y adolescentes tengan el consentimiento de sus padres para abrir cuentas en redes sociales. En Estados Unidos, el estado de Florida aprobó a principios de este año una ley que prohíbe a los menores de 14 años crear cuentas en las redes sociales sin consentimiento paterno.

La ley de Florida entrará en vigor el 1 de enero de 2025, pero se espera que sea impugnada en los tribunales. Las cortes ya han bloqueado leyes similares en California, Ohio y Arkansas, a menudo por cuestiones de privacidad. Sin embargo, estas leyes no van tan lejos como la de Australia, porque permiten a los niños acceder a las redes con el consentimiento de sus padres.

De todos modos, el movimiento global para regular el acceso de los niños a las redes sociales está destinado a crecer, a pesar de los esfuerzos de los magnates tecnológicos como Elon Musk y Mark Zuckerberg para seguir ganando dinero a expensas de la salud mental de los niños. Varios estudios muestran que la adicción a las pantallas y el acoso en línea han contribuido, si no provocado, una epidemia de depresión juvenil en todo el mundo.

Jonathan Haidt, el psicólogo social de la Universidad de Nueva York que escribió el best seller "La generación ansiosa", dice que los padres no deberían darles teléfonos inteligentes a sus hijos menores de 14 años, e impedirles el acceso a las redes sociales hasta los 16.

"Los niños necesitan desarrollarse primero en el mundo real, antes de que se les permita trasladar sus vidas al mundo virtual", me dijo Haidt. "No queremos que crezcan en TikTok. Queremos que crezcan jugando entre ellos".

Las niñas son las más afectadas por las redes sociales, me dijo Haidt. Si eres una adolescente insegura y tus fotos no reciben ningún "me gusta" en Instagram, mientras que tus compañeras de clase reciben muchos "me gusta", es inevitable que te sientas mal. Y si tus compañeras de clase se burlan de ti, es aún peor, me explicó Haidt.

Cuando le pregunté a Haidt si no resultará difícil prohibir las redes sociales para los adolescentes, cuando ven que sus padres las usan constantemente, me dijo que no lo ve como un gran problema. Después de todo, establecemos restricciones de edad para el consumo de alcohol, y para las películas, agregó.

"¿A qué edad quieres que tu hijo intercambie fotos de sí mismo desnudo con criminales en Nigeria, quienes luego lo chantajearán? ¿A los once? ¿A los doce? ¿A los catorce? No lo creo. Debería ser a los 18", me dijo Haidt.

Los escépticos argumentan que muchos niños y adolescentes encontrarán la forma de eludir cualquier control, y entrarán de todas formas en las redes sociales. Por eso, Australia ha optado por responsabilizar a las empresas tecnológicas, en lugar de a los niños y sus familias, para que apliquen la ley.

"Sabemos que algunos niños le encontrarán la vuelta a esto, pero estamos enviando un mensaje a las empresas de redes sociales para que pongan su casa en orden", dijo el primer ministro australiano.

Los principales magnates de las redes sociales han demostrado que no se puede confiar en ellos para que autoregulen sus contenidos. Al contrario, algunos, como Musk, están permitiendo cada vez más basura en sus redes.

Es hora de hacer algo para impedir que sigan lucrando a costa de la salud mental de los niños. La nueva ley de Australia debería ser un ejemplo para el resto del mundo.

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Escrito en: El reporte de Oppenheimer Columnas Editorial Andrés Oppenheimer

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