El último debate y nos vamos a la elección. ¿Es importante el debate del domingo? Depende a quién le preguntemos. Para los seguidores de Claudia Sheinbaum, esos que creen en las encuestas que dicen que la candidata de Morena va 30 puntos arriba, los pregoneros del arroz cocido, el debate es absolutamente intrascendente. Si la elección es un trámite, el debate es un sello burocrático, una constancia de que la candidata asistió. Para los seguidores de Xóchitl Gálvez, esos que creen en la única encuesta que dice que la candidata del Frente ya alcanzó a Claudia, el debate es la madre de todas las batallas, realmente creen que ahí se juega la elección. Los fans de Máynez, por su parte, ven el debate como la oportunidad de consolidar su posición, cualquiera que esta sea.
El tema del debate, seguridad, le es sumamente incómodo a la candidata oficial. Dejemos de lado la promesa incumplida del presidente de pacificar al país. La estrategia de militarización, al igual que sucedió con Calderón, no dio resultados. El palmarés es terrible; el sexenio de López Obrador es el periodo con más homicidios acumulados y en el que la desaparición golpeó a 60 mil familias. La baja en el resto de los delitos, robo, asalto, secuestro, etcétera, suponiendo que sea cierto, pues lo que se contabiliza son las denuncias, palidecen frente a la tragedia del homicidio y la desaparición.
Si Sheinbaum se ve obligada a defender el desempeño del gobierno obradorista se va a meter en un callejón sin salida. Si defiende los números de su gestión en Ciudad de México, el resultado del debate dependerá de la habilidad de Gálvez para desmontar el maquillaje de esas cifras. Varios investigadores sociales han señalado dos prácticas sistemáticas de las autoridades de la capital en los últimos años: clasificar homicidios con otras causas de muerte en el Servicio Médico Forense, y peor aún, el movimiento de cadáveres hacia los límites del Estado de México para manipular la realidad.
A juzgar por lo sucedido en ocasiones anteriores, la intención del voto no se mueve por el desempeño en el debate. Que sirva de algo dependerá esencialmente de que el equipo de Gálvez logre posicionar el problema de seguridad como un tema de conversación en las casas de los mexicanos a partir de algo contundente, retador y memorable que se diga durante el encuentro del domingo, y que sea de tal magnitud que movilice a los ciudadanos molestos por los resultados de seguridad.
Hasta ahora el mejor termómetro de las campañas es el jetómetro del presidente en las Mañaneras. Si las próximas semanas vemos a un presidente más molesto y atacando más a la oposición, significa que el debate hizo mella en las encuestas que él ve todas las mañanas a la hora en que supuestamente está atendiendo el problema de seguridad.