El próximo miércoles 29 de mayo habrá elecciones generales en Sudáfrica. Serán las séptimas elecciones parlamentarias desde 1994, cuando finalizó el régimen dominado por los blancos, con la llegada al poder del Congreso Nacional Africano (CNA), convirtiéndose en el principal partido político del país, que ha dominado desde entonces las decisiones políticas, económicas y sociales de esta potencia emergente. Han pasado 30 años desde la histórica designación de Nelson Mandela como el primer presidente negro, después de una larga lucha de liberación que permitió acabar con el régimen del apartheid y sentar las bases para proseguir con el proceso inacabado de descolonización y finalizar el racismo.
Los comicios estarán a cargo de la Comisión Electoral, reconocida por su competencia, imparcialidad e independencia. El poder judicial tiene también un importante papel de control y sanción sobre los procesos. Son 28 millones los electores, mayores de 18 años, registrados para participar en las elecciones parlamentarias nacionales, que, como cada cinco años, se celebran en un solo día para elegir, con base en un sistema de representación proporcional, tanto a los miembros de la asamblea legislativa nacional, como a los parlamentarios de las legislaturas de las nueve provincias en las que se divide el país. El ejército sudafricano permanece ajeno a las relaciones simbióticas entre partido y gobierno, manteniéndose como una institución castrense prestigiada, profesional y apolítica.
Los 400 asientos de la Asamblea Nacional se dividen en 200 curules reservados a los candidatos registrados mediante listas de los partidos políticos nacionales; los restantes 200 divididos entre las nueve provincias, según el tamaño de su población, por los que compiten candidatos tanto de los partidos políticos nacionales y locales, como candidatos independientes. Esto último, gracias a la reforma de la ley electoral promovida y aprobada en 2023, mediante la cual, por primera vez, individuos no asociados a partidos políticos participarán como candidatos independientes, sólo en las elecciones parlamentarias provinciales.
En las elecciones municipales y locales de 2021 hubo una baja participación, sólo por encima del 50%, como ocurrió en las pasadas elecciones generales de 2019, reflejando un desencanto y alejamiento del electorado, -sobre todo entre los jóvenes nacidos después del fin del apartheid- con los gobiernos encabezados por el CNA, habiendo desinterés por sus políticas públicas. El presidente de Sudáfrica es elegido dentro de los primeros 30 días por los miembros de la Asamblea Nacional recién electos.
Habiendo más de 50 partidos políticos registrados, sobresalen no sólo el CNA, sino las dos principales fuerzas opositoras nacionales: la Alianza Democrática (AD), la más importante oposición, la cual sigue enfrentando enormes retos por ser un partido multi racial, pero cuya agenda es percibida dominada por los intereses de los sudafricanos blancos. Está también el partido de los Luchadores por la Libertad Económica (LLE), un desprendimiento del CNA, encabezado por Julius Malema, su antiguo líder juvenil, con una explícita plataforma progresista derivada del pujante nacionalismo africano negro, con propuestas originadas en la tradición de la izquierda marxista, que incluyen tanto el reparto y devolución de tierras como la nacionalización de bancos y empresas mineras.
Figura también el Congreso Africano por la Transformación, el partido político formado por el anterior secretario general del CNA, Ace Magashule. A estas formaciones ha venido a sumarse el llamado MK, el nuevo partido del expresidente Jacob Zuma, -reinstalado por la vía judicial como candidato, superando las acusaciones en su contra y una condena por actos de corrupción-, un líder populista carismático que podría obtener un sólido respaldo electoral en su provincia natal, que mantiene una amplia base de popularidad entre la mayoría de la población zulú.
En las próximas elecciones el CNA podría, por primera vez, no obtener una mayoría legislativa. Las tendencias, muestreos y encuestas de votación indican que la popularidad del actual presidente Cyril Ramaphosa -quien reemplazó en 2018 a Zuma como líder del partido, para allanar el camino y ganar las parlamentarias hace cinco años y encabezar el gobierno- al igual que sus recientes iniciativas políticas han ido en declive debido, entre otras razones, a un mal desempeño gubernamental, a notorias fallas en los servicios públicos, principalmente en salud y en el suministro de electricidad, -con frecuentes apagones-, pero, sobre todo, a la persistente violencia política entre facciones, la inseguridad y criminalidad crecientes y un altísimo desempleo racializado entre la mayoría de la población joven. A nuevas denuncias por casos de corrupción se suman la insularidad de las decisiones políticas y las marcadas divergencias internas dentro del CNA, derivadas de una marcada concentración en la toma de decisiones y frecuentes abusos de poder.
El CNA y el presidente Ramaphosa mantienen todas las alternativas posibles. Si acaso no obtienen una mayoría legislativa o la consiguen con un margen muy reducido podrían necesitar del apoyo de otro u otros partidos (AD o quizás LLE), abriéndose la posibilidad de una inédita formación de un gobierno de coalición de alcances limitados, conformada por alianzas internas y compromisos puntuales en un reparto del poder y posiciones en el gabinete. Todo para preservar internamente y proyectar internacionalmente los indiscutibles logros democráticos alcanzados por Sudáfrica. Los partidos de oposición han incrementado sus capacidades para acotar de manera coordinada y consistente las mayorías parlamentarias impuestas por el CNA, incidiendo en sus bastiones. Alianza Democrática concertó una plataforma común para ir en coalición con 6 partidos minoritarios en anticipo de posibles resultados favorables en las próximas elecciones.
Sin duda, las elecciones en Sudáfrica ofrecen valiosísimas lecciones para México.
@JAlvarezFuentes