Rodeada por sus libros en su estudio de Cuernavaca, la maestra Elsa Cross (Ciudad de México, 1946) se rememora en una plaza de Torreón, cuando al observar una bandada de urracas inició la escritura de un poemario. Entonces era 1993, visitó la ciudad para ofrecer una conferencia en el Teatro Isauro Martínez (TIM) y Enriqueta Ochoa le indicó que la población de esas aves había disminuido considerablemente desde su infancia. Cross tituló aquel libro ‘Urracas’ y lo publicó en 1995.
“No podía creer que eran tantas y pensé en cuántas habría entonces. Ojalá que no hayan disminuido y que las valoren. A mí me inspiraron un libro. Fue una experiencia extraordinaria”.
Este viernes, Elsa Cross viajó a la costa del Pacífico para recibir el Premio Mazatlán de Literatura 2024. El ayuntamiento de esa ciudad le otorgó el reconocimiento gracias a su poemario Isla Negra (Ediciones Era, 2023). El material se titula como la casa de Pablo Neruda en Valparaíso, en Chile. Un lugar que no es isla, pero que sí mira hacia el mar y hacia esos muros de agua que forman las olas.
“Fueron poemas que se removieron más o menos en la misma época, más o menos con un todo cercano. Es distinto de otros libros que he escrito, que a veces han sido muy inesperados, que salen, que brotan, ahora sí que, por inspiración, aunque sé que a muchos escritores les molesta que se hable de la inspiración, pero yo digo que es real”.
Cross se refiere a que ha escrito otros libros que “han salido solos”, como si se tratase de una visión propia complementada en el avance de los poemas. No obstante, los versos que habitan en Isla negra se fueron reuniendo en su reciente libro. En él habitan poemas de viajes, sobre obras de arte clásicas, otros dedicados a amigos de la poeta, a su hija fallecida y a su maestro Ramón Xirau. Esa variedad de tópicos permite la analogía con el inmueble donde vivió Neruda.
“La casa de Neruda, en Valparaíso, no está en una isla, nomás se llama así: Isla Negra. Y tiene todo tipo de cosas, porque Neruda era un coleccionista compulsivo y juntaba de todo: conchitas de mar, caracolas, tipos de piedras, vasos de colores, botellas, proas de barco. ¿Cómo una proa de barco? Eran barcos chicos desde luego, pero eran seis o siete proas de barco y yo menciono a los personajes en el poema, la sirena de Glasgow y otras figuras. El libro tiene esta diversidad de temas, de tonos, de objetos”.
UNA EXPERIENCIA INTERIOR
Elsa Cross tiene 77 años de edad, más de una treintena de libros publicados y un sinfín de reconocimientos por su labor literaria. En un artículo publicado en la Revista de la Universidad, Ernesto de la Peña escribió que la poesía de la maestra tiene la virtud del arte mayor. En una anterior entrevista para El Siglo, la propia poeta indicó que quien escribe versos debe embriagarse en el instante.
En la introducción de su Poesía Completa, publicada por el Fondo de Cultura Económica, Cross escribe que para ella la poesía ha sido el registro de una experiencia del mundo y una forma de conocimiento, de búsqueda y encuentro, de una contemplación, de un juego y un diario de viaje.
“También registro una experiencia interior. Yo practico meditación hace mucho tiempo y han salido cantidad de poemas sobre experiencias de meditación. Lo cual puede sonar raro, pero es una buena fuente de inspiración”.
Y es que la poesía es algo más allá de los versos plasmados por un poeta. Su eco escapa a la hoja de papel, a la propia escritura, emprende su vuelo como las aves que tanto cautivaron a Elsa Cross durante su visita a Torreón hace tres décadas. Por ello, escribir Isla Negra también fue arrojar una especie de luz sobre su propia oscuridad.
“Siempre el arte tiene ese propósito, entre muchos otros; da luz sobre cosas que uno va descubriendo a medida que las produce, o que las registra. A veces es lo contrario, echan oscuridad y tinieblas sobre todo lo demás, pero no es lo frecuente. Yo creo que la búsqueda de un artista siempre tiene que ver con encontrar, a través de lo que es capaz de expresar, aquello que incluso a veces no tiene muy claro”.
Sobre la entrega del Premio Mazatlán de Literatura 2024, la poeta se dijo agradecida en sumo grado, pero también expresó tener en claro que no hay premio en el mundo que haga a nadie un mejor escritor.
(EL SIGLO DE TORREÓN)