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Una anécdota revela algunas de las ataduras irracionales que el lopezobradorismo le ha heredado a la presidenta Sheinbaum. Este 15 de octubre el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Francisco Cervantes, tuvo que tocar con alarma la puerta 3 de Palacio Nacional para pedir a los guardias: "¡Ya abran la puerta! ¡Déjennos pasar! ¡Ahí viene la protesta!". A su lado se encontraban, vulnerables, decenas de importantes empresarios nacionales y extranjeros participantes en el CEO Dialogue. Palacio Nacional no es una instalación adecuada como oficina presidencial. La calle es su sala de espera.
Ya en el interior, la presidenta y el secretario de economía Marcelo Ebrard buscaron generar confianza. Sheinbaum defendió las reformas que heredó de López Obrador: "Ninguna de estas reformas representa un problema para la inversión en México; todo lo contrario, se va a fortalecer lo que llamamos el estado de derecho". Afirmó también: "La presidenta no quiere tener el control del poder judicial, ese no es el objetivo de la reforma; si ese hubiera sido, hubiéramos hecho otra reforma, una reforma como la del 94, que sustituía a todos los ministros de la Corte". En otro punto declaró: "Yo luché toda la vida por la democracia; no llegué a este cargo para destruirla".
La verdad es que sí hay incertidumbre. El informe de la misión técnica del FMI para evaluar la economía mexicana señalaba este 15 de octubre: "Las reformas judiciales recientes generan una importante incertidumbre sobre la efectividad del cumplimiento de los contratos y la previsibilidad del estado de derecho". La idea de que si López Obrador hubiera querido una reforma para controlar el poder judicial hubiera hecho una como la del 94, revela ignorancia jurídica e histórica. Ernesto Zedillo reemplazó a los integrantes de la Suprema Corte, pero le dio al nuevo tribunal una independencia que nunca había tenido. Abdicó de la facultad de nombrar a los ministros y creó un sistema en que el presidente proponía ternas y el Senado elegía. Zedillo mismo no conocía a ninguno de los candidatos, que provinieron de sugerencias de universidades y organizaciones de abogados.
En cuanto al dicho de que el gobierno no está destruyendo la democracia, la realidad tiene otros datos. Los árbitros electorales se hicieron autónomos por las reformas aprobadas por todos los partidos políticos, incluyendo el PRD de López Obrador en 1996, pero ahora han sido colonizados por simpatizantes de Morena. Por eso permitieron el surgimiento de mayorías calificadas en el Congreso pese a que las prohíbe la Constitución. En las reformas a las leyes secundarias de la reforma judicial del 14 de octubre, los legisladores de la 4T dieron poderes unipersonales a la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, morenista, que hasta ahora se manejaban en la colegialidad de un consejo general diverso.
Ni los empresarios nacionales ni los extranjeros dejarán de invertir en México por el debilitamiento de las instituciones democráticas. Muchas compañías colocan recursos en China o Arabia Saudita pese a que son dictaduras. Sin embargo, las medidas del gobierno pueden tener costos importantes. Las acciones unilaterales contra empresas como Constellation Brands o Calica han dejado en claro que México ya no tiene un estado de derecho. El restablecimiento de la condición de monopolios estatales para Pemex y la CFE pone barreras a la inversión privada y viola el T-MEC. Pero también hacen daño las ocurrencias, como tener a decenas de empresarios tocando a la puerta de Palacio Nacional para que los dejen entrar a una reunión con la presidenta.
PLATAFORMAS
Más de 650 mil mexicanos han encontrado trabajo en servicios de plataformas digitales gracias a su flexibilidad de horario y condiciones. Esperemos que la regulación que ayer anunció el gobierno no mate a la gallina de los huevos de oro. ¿O querrán obligar a los trabajadores a moverse a la informalidad?
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