Personaje. Para caracterizarse como “Tortillín”, Mario se tarda mínimo una hora.
La Alameda Zaragoza se llenó de más diversión gracias a la presencia de uno de los payasitos más queridos de la Comarca Lagunera. Se trata del buen “Tortillín”. Mario Espinoza es quien se transforma, para entretener a chicos y grandes, en este personaje que ha dejado huella durante más de cinco décadas.
Justo en la celebración del Día del Niño, “Tortillín” se fue a pasear a la Alameda con su maleta llena de regalos y el buen humor que lo caracteriza. Llegó y caminó cerca de los juegos mecánicos, cuando de repente una mamá le gritó: “¡Tortillín, este sábado te espero en la fiesta de mi niña!”; de inmediato, el payasito se acercó con la señora, platicaron y se concretó la petición, él se encargaría de animar el convivio.
El de la peluca rubia y coloridos trajes caminó y caminó por el parque público. En su andar regaló dulces a cada niño con el que coincidió; algunos de ellos fueron más suertudos, pues les tocó algún juguete. Después de llevar alegría, se dirigió a los tradicionales carritos chocones, donde ofreció una amena entrevista a El Siglo de Torreón.
Lo primero que hizo Mario fue agradecerle a la gente de La Laguna por el cariño que le han otorgado durante tanto tiempo. “Aquí sigo con muchas experiencias, con cosas hermosas y con momentos que trascienden. Bendito sea el Señor que permite que me sigan invitando a sus eventos, aunque les confieso que el trabajo no es igual a hace 30 años.
“Seguimos vigentes y hacemos lo posible para que los niños sigan disfrutando. Que no se nos olvide que nos hacemos viejos por no sonreír, no es que no sonreímos porque ya somos viejos”, comentó.
Mario recordó que, pese a que no nació aquí, ha sido adoptado como tal. Él llegó a este mundo en Aguascalientes, luego se fue a vivir a Ciudad Juárez y posteriormente se vino a Torreón en donde hizo su vida. Aquí se casó y dice con orgullo que detrás de lo que es él (como persona y artista) se encuentran su esposa, sus hijos y nietos.
“Fui un adoptado por Coahuila. Les platico que las calles de Ciudad Juárez eran mi hogar, era bolerito, pero de no suceder eso, no habría dado con el payaso “Bellini”; él me daba sus enormes zapatos a bolear y fue el que me llevó al arte de hacer reír. Sin él, ‘Tortillín’ no habría nacido.
“Contaba con apenas 12 años cuando tuve mi primer acercamiento en un escenario. ‘Bellini’ me invitó a ser su patiño en un circo durante año y medio y ya después trabajé en La Laguna. Mi primer evento fue una fiesta familiar”.
El payasito dijo entre risas que ya está celebrando más de 50 años de carrera, “pero más bien vamos a decir que ya son sin cuenta”.
“Es una bendición porque hoy voy a las fiestas de los hijos o los nietos de aquellos que fueron mis niños. Esto es increíble, en verdad”.
Pero, ¿qué fue lo que motivó a Espinoza a elegir como una de sus misiones de vida volverse payasito?, su respuesta vino acompañada de una enorme sonrisa.
“Las cosas se dieron porque un niño (Mario) conoció a este personaje que les comento (Bellini Atayde). Donde está, seguro divierte a los ángeles. No fueron cuestiones de azar, fueron cuestiones de un ser superior que me encaminó y puso las cosas para que yo estuviera con él y le aprendiera bastante”.
La mayor satisfacción de Mario Espinoza, según contó durante la entrevista, es llevar alegría tanto a niños como adultos y más aún, a los que se encuentran delicados de salud.
“Provocar sonrisas a los niños es un milagro; todos aquellos que hemos podido convivir con niños debemos sentirnos bendecidos porque son puro amor, te hablan con la verdad, son sinceros. También hay niños de 30, 40 o 50 años y es que es importante que nunca dejemos morir ese niño que está en nosotros”.