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Manú Dornbierer

SATIRICOSAS

Encuentro cercano del peor tipo

MANÚ DORNBIERER

Carlos Salinas de Gortari volvió a la primera plana porque el Reino Unido e Irlanda le otorgaron residencia permanente dado que tiene domicilio desde hace 23 años en Londres y Dublín. Faltaba más si también a Pinochet lo protegieron ¿o no? "Salinas podrá entrar, salir o refugiarse en el Viejo Continente ante cualquier contingencia legal".

Les platico, lectores, mi único y desesperante encuentro, cara a cara, con ese tipo que le robó la elección en 1988 a Cuauhtémoc Cárdenas, así como Calderón en 2006 a López Obrador. Carlos Salinas y sus esbirros, toda la vida, me arruinaron desde 1991 por haber escrito la verdad sobre su hermano Raúl Salinas de Gortari quien fue a Excelsior donde publicaba yo entonces gracias a mi gran amiga Bambi, Ana Cecilia Treviño, y le pidió mi cabeza al achichintle del entonces director Díaz Redondo, impuesto por Luis Echeverría Álvarez cuando corrió de la dirección del Excelsior a Julio Scherer.

El mismo Raúl Salinas nos confesó en mi mesa cuando vino a desayunar en compañía de su hermano Enrique Salinas de Gortari (al que mataron después) que Carlos Hank González amigo, común, pensaba que para todos era inconveniente mi "despido de Excelsior" y me deba por componer las cosas. Yo no quise. Hablé con Carlos Salinas una sola vez tiempo después en las islas Bahamas cuando ya era ex presidente y huía del repudio final de los mexicanos, brincando de un lugar a otro. Nadie sabía dónde estaba, desde una huelga de hambre que escenificó en San Bernabé, Monterrey, para protestar por el encarcelamiento de su hermano Raúl Salinas.

Entre los diarios que reportaron nuestro encuentro estuvo el diario español, "El País" que dijo: "Salinas se topó en el restaurante de "Paradise Island" (Islas Bahamas) con la periodista mexicana Manú Dornbierer con la que sostuvo una charla informal, pero lo importante fueron las impresiones que recogió sobre el ex mandatario mexicano, a quien describe "de buen aspecto" y muy diferente al del hombre abatido por el infortunio que reflejaron antes unas exóticas fotos de la "huelga de hambre" en que se había exhibido en Monterrey".

El 1 de marzo de 1995 el ya presidente Zedillo metió a la cárcel a Raúl Salinas y solo logró la burla de muchos. Querían que respondiera de dónde venía esa gran acumulación de riqueza que se generó Raúl Salinas a costa de dañar al país". Carlos Monsivais opinó: "Deseo que tenga ahora la atención gubernamental que él jamás dio a los que en su sexenio hicieron ayunos".

"La impunidad no podrá ser parte del futuro de México, decía mientras tanto el nuevo, Zedillo, que suplantó al sacrificado Colosio y se fue a vivir a Estados Unidos. A Raúl Salinas se le acusó de ser el autor del asesinato del su ex cuñado priísta, que fue gobernador de Guerrero, Francisco Ruiz Massieu.

Sólo vi una vez a Carlos Salinas aunque los 2 Salinas, Raúl y Enrique, habían estado en mí casa de México para desayunar en una ocasión con Hank. En las citadas islas Bahamas donde nos encontramos en "Paradise Harbour Club and Marina". Nos esperaban a cenar en su muy marinera taberna al aire libre unos suizos. Casi habíamos terminado cuando de postre apareció sobre nuestra misma tarima de teka un tal Carlos Salinas de Gortari, llevando del brazo a su temblorosa hermana Adriana. Junto a mí Cami, mi querida nuera que fenecería el 20.2.2004, dio un salto y me propinó tamaño codazo. _Es Salinas, dijo. Y yo repetí el nombre, cuando él pasaba y se detuvo.

-Soy Manú Dornbierer, y lo he criticado mucho, dije al botipronto. Me tendió la mano sin más y le tendí la mía. Su hermana me lanzó una mirada entre dulce y asustada y se fueron a sentar a unos pasos en la cercana punta de una gran mesa perpendicular a la nuestra, que no habíamos detectado. Quién hubiera pensado… Eran mexicanos, pero no de los que cantan "qué lejos estoy del cielo donde he nacido". Entonces sí los miré brevemente. Eran ocho o diez. Reconocí al abogado Juan Velázquez. Se veía contento. Él y Luengo Creel habían salvado a Raúl Salinas de la internacional sospecha de llevar a Suiza dinero del narcotráfico.

Cuando ya habíamos terminado de cenar, no me quise ir y tomarnos otro Irish coffee con los dueños del lugar y esperé a Salinas mientras comía. Los suizos estaban nerviosos pero yo quería hablar con Salinas y me aguanté. Cami y yo no podíamos ver a los de junto, pero los suizos de enfrente, sí. El abogado de todo mundo, Enrique Lumen, sí veían como avanzaba la cena y comentaban que no parecían muy a gusto. Cuando me dijeron "ya", me levanté y, tranquilamente, dí unos pasos hasta Carlos Salinas de Gortari. Se puso de pie. Vi las caras preocupadas de su gente y leí su pensamiento: Le va a dar de bolsazos, pero no lo hice y simplemente le dije que quería hablar con él y me dio una cita para la mañana siguiente a la que nunca acudió. Posteriormente mi amigo Carlos Hank quiso reunirnos de nuevo pero me negué.

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