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La vocación

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Hace algunas semanas, leí un artículo sobre las carreras que más decepcionan; las que nombraron, eran carreras afines: Comunicación, periodismo y literatura. Como yo estudié comunicación, escribo y publico libros y estos artículos que usted lee, además que fui maestro universitario en esta área por más de treinta años, tengo algunos comentarios que hacer.

No creo que el problema sea la profesión en si o el plan de estudios se encuentre mal diseñado; más bien creo que los alumnos son los que no están dispuestos a dar lo que algunas profesiones necesitan y por eso fracasan en su vida profesional. Por principio de cuentas, muchos se inscriben en ellas porque lo que en realidad quieren no existe dentro de sus posibilidades: por ejemplo, la carrera de actor, la misma literatura, los cronistas deportivos, cine, y demás profesiones. Comunicación los acerca un poco y nada más.

En mis tiempos, la carga académica era muy dura: de doce a catorce materias, los tres primeros años. Se suponía que se necesitaban y así fue. Hoy, la carga académica es a la mitad y así se quejan. Es una profesión que implica lecturas, y es lo que menos están dispuestos los estudiantes a hacer. La prueba es la siguiente: cualquier campo en que les interese realizarse, tiene relación directa con la palabra hablada o escrita. Para realizar notas periodísticas, escribir guiones en cualquier medio, cuentos, novelas, la dramaturgia, la publicidad, debes de dominarla; por ello la literatura es fundamental. Impartí esa materia muchos años, y los estudiantes siempre tenían a la mano alguna forma de evitar leer los libros que les encargaba. Cuatro al semestre no eran muchos. Así como ésta, algunas otras. A la filosofía no le encuentran uso, la sociología, la antropología. Piensan que todo es lo práctico; pero hasta para utilizar una cámara se necesita dominar una técnica y una preceptiva, o sea las normas de composición de la imagen que está en relación directa con la pintura.

Los jóvenes se dejan llevar por la fantasía de pertenecer al mundo de los famosos, las luminarias, la vida fácil. Eso puede llegar con el tiempo si das lo que se necesita para lograrlo que es trabajo, trabajo e inteligencia para moverse en el medio y hacerte indispensable. Trabajé en la televisión nacional durante un tiempo, fui publicista once años, sé de lo que estoy hablando. Los estudiantes se topan con que los sueldos no están a la altura de sus pretensiones; lo que pocos comprenden es qué al principio, van a seguir aprendiendo de los medios, las políticas y la mecánica que ellos utilizan. Gente sin experiencia no les van a aportar nada. En realidad, son un riesgo. La soberbia es un estorbo, a menos que "papi" sea dueño de la empresa.

A muchos no les interesa prepararse. Malgastan el tiempo en fugarse de la realidad, en tener poca iniciativa para inventar actividades donde experimenten lo que van a hacer en la vida profesional. En mi tiempo hacíamos peliculitas en 8 milímetros. Hoy es más fácil y barato con lo digital. ¿Lo hacen? Fácilmente caen en vicios y piensan que eso es parte de la vida del artista. Siguen jugando a la patineta, y no se preparan. Les van a pedir experiencia en el trabajo profesional. Si no se comienzan a trabajar como estudiantes, difícilmente la obtendrán. Mi primer trabajo en un medio lo obtuve en tercero de profesional.

Las carreras humanísticas exigen mucho y dan poco. Se necesita tener vocación para soportar algunas situaciones. Me perdí navidades en familia por andar grabando programas de televisión.

La vocación consiste en casarte con tu profesión. Convertirla en parte de tu ser. Ojo, el matrimonio es con tu profesión, no necesariamente con la empresa, a menos que ella te cubra tus necesidades de subsistencia. La vocación te puede llevar a realizar las cosas sin que obtengas remuneración. Es una necesidad hacerlas. Es tu vida. Escribo mis columnas desde hace cuarenta años y nunca he cobrado por hacerlo ni me importa. Lo mismo, hice un programa de literatura en la radio durante cinco, tampoco cobré. Lo que obtienes es satisfacción. Hoy tengo una pensión para vivir y no necesito más.

A cualquier profesión hay que darles lo que te exigen; así sea de albañil o de doctor, hasta de político, si no lo haces, de seguro vas a fracasar. Son mínimos a los que le funciona la suerte o tienen un papi que les resolverá sus problemas profesionales. Aún así, a la vida vienes a realizarte. Cuantos hay que teniéndolo todo, se suicidan o se pierden en la droga o se vuelven delincuentes o destruyen sus herencias y ni así son felices. Cuantos, con hacer lo que tienen que hacer, siente el orgullo de la misión cumplida.

Al segundo año sabes si la carrera va contigo o no.

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