Las de arriba son palabras polisémicas que muchos políticos usan a su conveniencia. Tanto la complican que ha servido para confundir y, por supuesto, para estafar en el discurso político.
Desde el siglo XIX, producto de la revolución industrial, se suscitó un nuevo tipo de personaje, ciudadano o como usted le quiera decir, al que se le llamó proletariado. Sus características principales eran que emigraban del campo a la ciudad en busca de trabajo, y en donde fueron vilmente explotados por los llamados capitalistas, que hacían trabajar hasta a los niños por salarios miserables.
Este proletariado parecía no implicar a los campesinos, que eran los que se aferraban más a sus tradiciones y tendían a ser conservadores y se quedaban a vivir en el campo, donde también sufrieron la explotación, continuación de la esclavitud.
Viendo esta situación, pensadores como Marx, propusieron la lucha de clases como la comprensión de la historia, proponiendo para el futuro un nuevo tipo de sociedad donde desaparecería el dueño del capital y el proletariado se apropiaría de todo, y sería justo feliz porque haría trabajar según sus posibilidades y cobraría según sus necesidades. La repartición de los peces y los panes.
¿Cuál es la diferencia entre pueblo y proletariado? Pueblo implica a todo ciudadano que vive en una nación; rico o pobre, indígenas o descendientes de españoles. También el pueblo son las personas que viven en una ciudad o comunidad más chicas y que encuentran el sentido de pertenencia en sus tradiciones. Soy un ser en comunidad, soy alguien conocido. El proletariado. El proletariado comienza a ser anónimo; posiblemente conocido en su lugar de trabajo, pero perdido en una ciudad que se lo come. Es aquí donde se convierte en hombre masa, es el montón.
El fenómeno se comienza a estudiar desde el siglo XIX. La persona, en los pueblos, depende de un oficio que sirve a la comunidad. Es don fulano el zapatero, el panadero; doña fulana la costurera, la cocinera. Con la revolución industrial compite en contra de la máquina y el capital que producen más cantidad de producto, más barato, y se acaba con los oficios. Es cuando viene la emigración y el artesano se integra a la fábrica, a convertirse en uno más y a vivir miserablemente.
Este hombre masa busca a integrarse a la ciudad y lo hace de la mano de los medios de comunicación masiva. A través de ellos recibe información, pero también elementos culturales chatarras que lo llevan a la desinformación. Triunfan las grandes cadenas periodísticas que se basan en el sensacionalismo y bajan el nivel cultural. De ahí vendrán la radio y la televisión con las mismas políticas.
Aparte, van a seguir influenciados por la iglesia; proliferan las iglesias cristianas adaptándose a todo tipo de gustos. El liberalismo desarrolla la sociedad democrática y también busca a esta masa, a la que vuele a convertir en pueblo para que a través de su voto pueda detentar el poder.
Después de la revolución francesa ya no se habla de reinos. Ahora se convierten en naciones y patrias. En rasgos generales, podríamos definirlos como personas que comparten un mismo territorio y una misma historia; que dejado de pertenecer a un rey. El gobierno es elegido por los propios ciudadanos a través de una votación. Nación sería la concepción física y patria el sentido espiritual que daría la pertenencia. Luchamos por la patria que es lo que nos unifica a todos. (Teóricamente)
En las ciudades democráticas, según el liberalismo, lo que importa es la opinión del ciudadano. Esa opinión se conoce a través del voto; pero también se puede conocer por medio de la opinión pública, que para mí es un concepto muy maniatado.
La opinión pública es lo que piensa el pueblo. ¿Cómo se conoce? ¿Cómo se conforma? Eso es lo difícil de comprobar. Se ha conocido hasta hoy por medio de las estadísticas; si se hacen bien, se puede predecir una votación. Si mal, se confunde a la gente haciéndole creer que piensa lo que no piensa. El sentido de pertenencia hace aunarse a la mayoría a lo que piensan los demás. Es aquí donde se comienza a notar la influencia de: La iglesia, los medios, los políticos, la escuela, la familia, los amigos, los grupos culturales etc. La opinión pública acaba siendo impuesta y manejada. (Continuará)