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La cultura masificada

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Un negocio se hace para ganar dinero; y entre más dinero ganes, es mejor. Si tienes un producto, lo explotas, aunque sea una persona, sin importar las consecuencias. ¿Cuántos artistas han sido sobreexplotados y drogados para que produzcan? La industria cultural está llena de estos casos.

En la última semana, ha habido dos eventos que quisiera comentar:

Primero: La adaptación de cien años de soledad a serie. Aprovechando la fama del autor, la producción augura el éxito, como lo debió haber sido su último libro y que él dijo que no se publicara. Parece ser que la familia quiere seguir viviendo de lo que deja el escritor, sin importar su prestigio.

En cien años, ¿qué es lo que importa? ¿La historia o la forma de narrarse, el lenguaje utilizado? A mí me gusta lo segundo. En la adaptación, la historia fue lineal. La literatura fue influenciada por el cine para romper la unidad de tiempo y espacio. En esta manera de ser contada pierde la magia del realismo, se volvió una historia más, como tantas; tal vez menos interesante por la voz continua del narrador que muchas veces obviaba lo que estaba en la imagen. 

La gente alejada del libro, porque se pierde en él, se ha de decir que para qué tanto escándalo. 

Eso pasó con las adaptaciones de Rulfo y del quijote. En audiovisual resultan soberanamente malas y aburridas. (A excepción del señor de la mancha que sí supo captar su esencia e hizo otra historia diferente al libro)

Los genios de la empresa dicen saber los gustos del mercado e imponen sus puntos de vista bajo la premisa del mínimo esfuerzo con la máxima ganancia. Eso de que la televisión es para los jodidos, se le debe de agregar para mantenerles así el bajo nivel cultural. La calidad sale sobrando. Se trata de explotar todo lo explotable quitándole sus características de arte. 

Y eso, los que saben del mercado, hoy desconocen qué hacer para recuperarlo, ante las nuevas tecnologías y redes sociales que te ofrecen de todo. Se siguen yendo por lo fácil sin formar públicos de nada. No están para educar; eso dicen, aunque educan para consumir el producto chatarra.

Nos estamos globalizando en todo y vez que la información es mínima y repetitiva. Los Watts se mandan al por mayor sin selectividad alguna. Por lo general se quedan en la superficie. 

Radio cultural. No sé cómo se escriba, se escuchaba quiu, que aquel familiarizado con la tele lo escribiría cue, que es dar la entrada al locutor o al actor.

Un buen noticiero con información general dada por especialistas, pero a media mañana programas muy especiales: pintura, filosofía, música clásica. Los sábados a las diez, un sabroso programa de historia nacional y universal. Cancelaron el de historia y los demás no sé cuánto peligran.

En cambio, ahora, lo que me he tocado escuchar es el de un sicólogo que te habla de cambiar tu actitud para obtener dinero, y que le compone la tarea a Freud y a Lacan, achacándole los problemas, no a la infancia, sino a tus ancestros. 

Alguien, que no es millonario, no te puede hablar de cómo hacerte millonario.

Alguien que es apasionado de su tema, como Linda (perdón si me equivoco en el nombre) si te lleva a su mundo. Ese es el mejor tipo de maestro, el apasionado. La estación, en sí, subía el nivel cultural de la comunidad.

Las cosas buenas se acaban y las malas persisten. Tú recorres las estaciones de radio para que te den otra vez arroz, como a los chinitos, pero cada día de peor calidad. La función de las estaciones universitarias es promocionar sus carreras. No digo que algunas no tengan programas de música clásica, pero sin interés de un plan educativo. Repiten mucho las mismas obras, las cuatro estaciones de Vivaldi, hasta en la sopa.

¿Ustedes creen que estas estaciones se vayan a pelar el magnífico programa de historia de los sábados? Lo dudo. Cuestan; y el principio de los medios es que no cuesten y que produzcan mucho.

¿Políticas culturales? ¿Dónde? ¿Promoción de la lectura? ¿Funciona? Hay dinero que se invierte. ¿Resultados? Vaya a su librería favorita, si es que la tiene, ahí le dirán. ¿A todo esto, sabe cómo tienen organizados su acervo las librerías? Para que presuma se lo diré: Gandhi, por temas, Gonvill por editoriales, Educal por colecciones. En la segunda tiene la costumbre de cambiarlas de lugar, para que batalles más en encontrar lo que buscas.

Mercadotecnia de los genios de la mercadotecnia. Si quieres de lo bueno, ahora lo tendrás que buscar en las redes sociales globalizadas. Como todo lo que compras en Amazon, lo único que estás haciendo es acabar con el comercio local que posiblemente sea de donde comes.

Disminuimos nuestro nivel de vida y nos cuesta más caro. Las consecuencias en el futuro no sé cuáles serán.

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