Tras la victoria de Trump empecé a recibir una lluvia de análisis de todas partes. No habían pasado 24 horas cuando todo el planeta ya se aventuraba a responder a muchas preguntas. Me pareció pertinente detenerme un momento. Preguntarme: ¿Sí? ¿De verdad? ¿Ya entendimos todos los porqués, todos los "hubieras"? ¿Ya sabemos qué viene y ya sabemos cómo deben reaccionar los actores? Escribí entonces un tuit en donde expresé ese sentir. Hoy expando esa idea.
La semilla de lo que planteo no fue puesta ahora. Era 2016 y Trump acababa de derrotar a Clinton. En un foro internacional, Walter Mead, un profesor y escritor, sugería dejar de juzgar a quienes votaron por Trump. Sugería abandonar las pretensiones de "saber más" o "entender mejor" la realidad que todos esos millones de personas. Sugería, en otras palabras, dejar de analizar el mundo desde una especie de altar académico y hacer un esfuerzo por ponerse en el lugar de gente de a pie, que no necesariamente eran "extremistas de derecha", o "supremacistas" o "misóginos", u "hombres blancos sin educación", sino gente común y corriente para quienes el mensaje de Trump tenía sentido.
Por ejemplo, para muchos de quienes nos movemos en estos centros de pensamiento o discusión, hay un enorme valor en cosas como la democracia, los derechos humanos, y el equilibrio de poderes. Y qué bueno que así sea. Pero en la mayor parte del planeta, de acuerdo con mediciones como el Barómetro Edelman de Confianza, las personas no asignan ese mismo valor a esas cuestiones, porque simplemente no sienten que esas "ideas" les generan réditos palpables.
Así que, buena parte de las explicaciones de la victoria de Trump probablemente están en los bajos niveles de aprobación de Biden, o en la inflación, o en que ese presidente debió abandonar la contienda antes, o en que Harris no pudo realmente deslindarse de él. Cierto. Pero nada de ello nos explica los altísimos niveles de votación que Trump consigue desde hace años, mucho antes de esta inflación, de la pandemia o de Biden. Tampoco nos explica la raíz de la desconfianza de tantas sociedades en el planeta en sus instituciones o en los medios. Un grupo focal que condujo el NYT, revela algunos motivos justamente para cuestionar nuestras certezas. Cuando se hablaba acerca de los cargos por los que Trump ha sido declarado culpable, Jonathan, un gerente de operaciones de Florida responde esto: "Necesitas recordar por qué Trump es la opción para millones de personas. Trump representa un shock al sistema. La gente que lo respalda no lo mide bajo los mismos estándares éticos. Es el anti-héroe, el Soprano, el Breaking Bad, el tipo que hace cosas malas, que es un mal tipo, pero que hace esas cosas malas a nombre de la gente que él representa".
Además, aventuramos demasiadas hipótesis acerca de lo que viene. Aclaro que yo no estoy exento de eso. Entiendo que lo hacemos porque ese es justo nuestro trabajo. Pero entre lo que me ha llegado estos días al respecto de los impactos que Trump podría tener para la guerra en Ucrania, un editorial de The Economist me hizo pensar. El texto argumenta que de pronto, la victoria de Trump era justo lo que Zelensky podría estar deseando, puesto que, finalmente, le ofrece un camino de salida. No sé si The Economist tiene razón, pero justo a eso me refiero.
En fin, nada de lo que escribo significa que vamos a dejar de hacer los análisis que en este espacio hacemos. Solo quise compartir que en ocasiones nos hace falta humildad. Y quizás ese es un punto de partida para al menos empezar por cuestionarnos internamente, cuestionar incluso las preguntas que nos hacemos, y las bases a partir de las cuales hemos construido nuestras comprensiones.
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