Hay de populismos a populismos. Ludovico Incisa señala que estos son "aquellas fórmulas políticas por las cuales el pueblo, considerado como conjunto social homogéneo y como depositario exclusivo de valores positivos, específicos y permanentes, es fuente principal de inspiración y objeto permanente de referencia".
Se trata de un término ambiguo. Cita a P. Wills: "Todo credo y movimiento basado en la siguiente premisa principal: la virtud reside en el pueblo auténtico que constituye la mayoría aplastante…" y a E. Shils: "El populismo se basa en dos principios fundamentales: la supremacía de la voluntad del pueblo y el liderazgo". Incisa comenta: "El pueblo es asumido como mito, más allá de una exacta definición terminológica, a nivel lírico y emotivo." (Diccionario de Política, Ed. Siglo XXI, 2011).
En la gran canasta populista hay de todo. Lo mismo extremismos ideológicos de izquierda y derecha, que sistemas autoritarios, dictatoriales o totalitarios.
Para identificar el tipo de populismo al que nos referimos debemos ponerle apellidos. No es lo mismo el populismo de los republicanos en EUA, que los populismos de izquierda y derecha latinoamericanos. Tampoco son iguales a los de Europa, como el de Hungría o los de Asia, de Rusia, India y China.
El boom de los actuales populismos coincide con el declive de la llamada "Tercera Ola democrática" (Huntington, 1991), motivado entre otros por tres factores: a) democracias sin Estado de derecho; b) repudio de las sociedades a la corrupción en las élites que sustituyeron a las dictaduras y gobiernos autoritarios; c) injusto crecimiento económico prohijado por un modelo sin economía social de mercado.
En este contexto surgió el actual populismo mexicano. Sus apellidos son dos: autoritario; del régimen republicano democrático no quedan vestigios, el legado jurídico de las constituciones de 1824, 1857, 1917 y la transición democrática ya fue arrasado. Bicefálico; no queda piedra sobre piedra del clásico equilibrio de poderes entre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Lo sustituyó un régimen de poder único con dos cabezas, o sea, dos personas y un solo poder verdadero. Una, la jefatura del Estado en la Presidencia de la República; la otra, el liderazgo carismático, supremo conductor del partido hegemónico que mueve los entresijos del partido hegemónico, a su vez adueñado del aparato del Estado.
El encuentro entre el populismo mexicano de izquierda con el populismo ultraderechista "tecnolibertario" de EU, ya comenzó a producir chispas que amenazan incendiar la pradera en donde pastan las vacas gordas de la economía nacional. Migración y el tráfico del fentanilo también contribuyen a desestabilizar la relación bilateral con graves repercusiones a la dinámica social interna.
¿Estamos en la ruta de un desacoplamiento catastrófico en la asociación económica con EUA? ¿Se va a escalar una conflictiva relación amigo-enemigo entre los países vecinos?
Estas interrogantes no surgen del infundado alarmismo, sino de lecciones cuando el poder se desborda y extravía "por mandato del pueblo". Así lo documenta Barbara Tuchman en su magistral "La marcha de la locura, La sinrazón desde Troya hasta Vietnam" (FCE; 1989.) a las que hoy podríamos sumar Ucrania y Medio Oriente.
@lf_bravomena