México, como parte de los países en plena transición demográfica, experimenta un intenso y acelerado proceso de envejecimiento poblacional. (DANIELA CERVANTES)
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde un punto de vista biológico, el envejecimiento es el resultado de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, lo que lleva a un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales que se traduce a un mayor riesgo de enfermedades y, en última instancia, a la muerte.
Pero… envejecer significa mucho más de lo que dicta el concepto anterior. Se trata de un momento complejo en la vida de cualquier ser humano en el que se entretejen otro tipo de problemáticas que no tienen nada que ver con el cuerpo; la soledad, por ejemplo.
El dato es que la población está envejeciendo en todo el mundo, y se prevé que en 2050 el número de personas mayores de 60 años se habrá casi multiplicado por tres, asimismo cada vez es más común que las personas envejezcan solas.
Los motivos son diversos, por ejemplo: la pérdida de sus seres queridos, amigos y compañeros de trabajo a lo largo de los años, así como de la jubilación y el alejamiento de la vida laboral activa. El fenómeno también puede estar relacionado con cambios en la estructura familiar, social y económica, así como con la migración de los hijos, el no tenerlos, no haberse casado, el divorcio o la viudez.
Lo cierto es que el globo es habitado por infinidad de personas que viven esta etapa desde el aislamiento. Pero ¿Cómo es envejecer en soledad?, ¿A qué desafíos se enfrentan los adultos mayores? ¿El gobierno los tiene en su lista de prioridades?, son cuestiones que trataremos de responder a lo largo del siguiente reportaje.
EL PANORAMA EN MÉXICO
En México se considera Adulto Mayor a una persona que tiene más de 60 años. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el tercer trimestre del 2022, se contabilizó a 18 millones de personas con 60 años y más, es decir, el 14 por ciento de la población total.
México, como parte de los países en plena transición demográfica, experimenta un intenso y acelerado proceso de envejecimiento poblacional.
En el artículo Envejecimiento demográfico en México: análisis comparativo entre las entidades federativas, se puede leer que el país vive un intenso y acelerado proceso de cambio en la distribución por edades de la población, es decir, transitamos de una población joven a una más envejecida.
“De acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), en 2015, de cada diez mexicanos, tres eran menores de 15 años (27.6%) y sólo uno tenía 60 años o más (10%), sin embargo, para el año 2050 esta composición se verá profundamente alterada, ya que se prevé que únicamente dos de cada diez mexicanos tendrán menos de 15 años (20.7%), proporción casi idéntica a la de adultos mayores, quienes representarán el 21.5 por ciento de la población total”, se lee en el documento.
El Instituto Nacional de Salud Pública informó, a través de un comunicado, que el acelerado crecimiento de la población de Adultos Mayores representa una problemática para los diferentes sectores gubernamentales, debido a que no se ha desarrollado ni la infraestructura necesaria para garantizar el bienestar de este sector de la población, ni la capacidad humana para atender profesionalmente sus muy diversas demandas.
Por ejemplo, el Consejo Mexicano de Geriatría (rama de la medicina que se dedica a estudiar las enfermedades que aquejan a las personas mayores y a su cuidado ) registra a la fecha sólo 802 médicos con certificación vigente en todo México, esto para atender al total de 18 millones de adultos mayores antes mencionado. A esa realidad se le puede sumar que, según el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación, los principales problemas que enfrentan las personas mayores en el país son el abandono, la exclusión social y la discriminación.
Como ya se pudo conocer, en México, la población de este rango de edad es (y será) significativa y las condiciones para envejecer no son muy favorables, y mucho menos si se vive desde el desamparo.
Actualmente ¿Existen políticas públicas que den respuesta a las necesidades a esta parte de la población, que, según datos del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación, el 16 por ciento experimenta el abandono?
LEYES Y DECRETOS “QUE AMPARAN” A LOS ADULTOS MAYORES
Algunas de las acciones que el gobierno mexicano ha ejecutado en pro de esta parte de la población es la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores que fue publicada en el Diario de la Federación en el 2002. La esencia de esta, radica en reconocer y proteger los derechos de las personas adultas mayores, garantizando su dignidad, bienestar y participación plena en la sociedad mexicana.
En ese sentido, también la Cámara de Diputados aprobó en el 2021 el dictamen que reforma los artículos 335, 336 y 337 del Código Penal Federal a fin de tipificar como delito el abandono de personas adultas mayores y sancionar a quienes tienen la obligación de cuidarlos.
Por otro lado, en enero del 2023, la federación publicó el decreto para aprobar su adhesión a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, el cual, se lee, es el único tratado internacional en el mundo que protege de modo específico los derechos humanos de las personas mayores.¿Qué quiere decir esto? Que dicha convención determina un nuevo paradigma frente al envejecimiento, a través del cual, las personas mayores se reconocen como sujetos de derecho, con derecho a vivir vidas autónomas, independientes y productivas, comprometiendo al Estado a garantizar las prestaciones necesarias para vivir una vejez digna.
Esté último es un término muy utilizado en el discurso del actual Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, que dentro de la estructura de sus programas sociales, no dejó fuera a la población de 65 y más; actualmente, sólo los que están registrados, reciben una pensión de seis mil pesos bimestrales.
Según información oficial: entre 2019 y 2024, el Gobierno de México ha invertido 1 billón 440 mil 109 millones de pesos en la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores. El padrón de beneficiarios ya suma 11 millones 841 mil 561 personas. Recordemos que hasta el 2022 se habían contabilizado 18 millones de abuelitos y abuelitas que habitan el país.
Manuel: piel tostada, ceja despeinada, nariz ancha y ojos claros, es uno de los que reciben la pensión federal antes mencionada. Lo veo llegar en su triciclo a la asociación Yhvh Jhanun Vera Jhum (Dios es clemente y misericordioso) ubicada en el centro de Lerdo, cuando cruzamos miradas, me sonríe y yo a él. Antes de entablar conversación, ya tengo la sospecha de que Manuel transita su vejez en soledad.
CUANDO LA FAMILIA SE VA
Son casi las 9 de la mañana cuando llego a la asociación Yhvh Jhanun Vera Jhum (Dios es clemente y misericordioso), sé que al lugar acuden personas en situación de calle, débiles mentales y ancianos abandonados en busca de alimento o medicamento.
Conozco su labor desde hace tiempo. Hablé en varias ocasiones con Marcial Aguilar Silva, fundador de la Asociación Civil, quien en vida recibió varios reconocimientos por su significativa labor social. Incluso desde el 2021 el Consejo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Durango determinó que el Premio Estatal de Derechos Humanos lleve su nombre.
La asociación tiene 20 años en funcionamiento y desde hace tres Manuel la procura porque le sirven, sin costo alguno, el desayuno y le ponen en un tupper la comida. En promedio la asociación sirve 40 platos al día, más los que llevan a los domicilios de la gente que no puede acudir por sus propios medios.
Luego de presentarme me siento al lado de Manuel, quien acepta charlar conmigo. Él no está en situación de calle, pero tiene 80 años, y desde hace ocho que murió su esposa, vive su vejez en soledad.
Anda en triciclo porque los fines de semana recoge plástico, entre semana, sólo va al comedor, porque me dice ya no aguanta el dolor en su rodilla izquierda, por eso se apoya de un bastón.
Tuvo cuatro hijos, pero hace poco, en pandemia, falleció uno. Le quedan dos hombres y una mujer, a quienes no ve muy seguido. No ahonda mucho en eso porque identifico que tiene la necesidad de hablarme de un tema que lo intranquiliza, y que, quizá, no ha podido hablar con nadie más.
“Ahorita traigo un problema aquí en la presidencia. Tengo dos árboles muy grandes que están molestando a la vecina, se caen las ramas pa´alla, pero cobran para podarlo, metí un apoyo con el presidente y sí me lo dio, y ya fueron, pero me dejaron las ramitas”.
Veo que a Manuel ese tema le taladra la cabeza. No quiere tener problemas con la vecina pero no encuentra quien lo ayude a podar bien el árbol y, luego, llevarse también las ramas secas, incluso a él le gustaría arrancar el árbol de raíz porque ya le está levantando la banqueta. Antes él hubiera hecho ese trabajo sin problema, pero ahora ya no puede. Por eso acudió a la presidencia a buscar apoyo.
Antes de llegar al comedor de Yhvh Jhanun Vera Jhumm, me dijo, fue a buscar a las personas para decirles que al llegar a su casa, un día anterior, se percató que sí le habían podado el árbol, pero sólo unas “ramitas”, y que aparte se las habían dejado tiradas en la banqueta. Cuando llegó a preguntar qué había pasado no lo recibieron y le dijeron que volviera más tarde.
Y eso piensa hacer después de salir del comedor donde ahora plática conmigo. Observo que está un poco desesperado, por eso le propongo acompañarlo en cuanto termine su desayuno, pregunta “¿en serio?”, “sí”, le reafirmo, y se le ilumina el rostro.
Él va en su triciclo y yo lo sigo caminando. Al llegar a la presidencia, no me espera, y aprisa se dirige a una oficina, cuando las dos mujeres que están dentro lo ven cerca de la puerta alcanzo a escuchar que dicen con desagrado “ahí viene otra vez el señor”, quizá Manuel no las haya escuchado porque, antes me contó, su oído le estaba fallando. El semblante de ambas cambió cuando me vieron entrar detrás de él, y más les cambió cuando les comenté que lo iba acompañando.
Su trato se tornó amable y en poco tiempo Manuel y yo ya estábamos en la oficina del encargado del departamento de ecología. Dos funcionarios me explicaron que no pudieron recortar más el árbol de la casa de Manuel porque en ese momento no traían la grúa, pero que en breve regresarían y de igual manera recogerían las ramas secas. En todo el tiempo que estuvimos dentro de esa oficina, los funcionarios jamás se dirigieron al hombre de 80 años que tenían enfrente, sólo en una ocasión le solicitaron que se acordara cuando le dijeron que su petición ya había sido firmada por el presidente (la cual mostraron) y que tuviera paciencia, a lo que Manuel les respondió que no era cierto, que nunca nadie lo había recibido.
“Sí, sólo que no se acuerda”, susurró uno de ellos.
El resumen de la reunión fue: el trabajo del árbol se iba a realizar sí o sí, y que no iban a demorar mucho en acudir nuevamente al domicilio. Cuando salimos, Manuel me dice, “nunca habían querido hablar conmigo…”
Seguro no es la primera vez que le pasa, seguro ha sido discriminado por ser adulto mayor y andar solo. Seguro no es la primera vez que se niegan a escucharlo, seguro a su edad es una odisea acudir, por ejemplo, a realizar un simple trámite. Porque según declaró Víctor Manuel Mendoza Núñez, experto en biología del envejecimiento de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza para la Gaceta de la UNAM, la discriminación hacia las personas de la tercera edad es sistemática y se puede ver en todos los aspectos de la vida.
Por eso, seguro que a Manuel, de pronto, todo se le complicó más. Seguro, tampoco está enterado de que el país que habita es parte de un tratado internacional que protege de modo específico sus derechos humanos. Seguro no lo sabe, porque para él, es evidente, cada día es un reto de supervivencia.
“NO TENGO A NADIE”
El caso de Ángel es distinto al de Manuel, conozco su historia porque acudo al Asilo de Ancianos del DIF Gómez Palacio, donde actualmente residen 32 adultos mayores, 16 mujeres y 16 hombres. De esos 32, según Francisco Javier Valdés Vásquez, coordinador del lugar, 30 están en completo abandono, uno de ellos es Ángel, quien antes vivía en situación de calle.
“Yo me estaba quedando en la central camionera de Torreón, duré un año y ocho meses quedándome ahí, luego llegó un joven que me dio limosna y me trajo aquí. No tengo a nadie”.
Ángel se transporta en andadera porque hace tiempo un autobús lo atropelló y le estropeó la pierna. Pero a sus 72 años, pronuncia, se siente bien. Antes se dedicaba al comercio, pero actualmente, me comparte, se dedica a colorear.Nunca se casó, no tuvo hijos, y no tiene ningún familiar que lo procure, pero él dice que se siente tranquilo. Casos como el de Ángel hay varios en ese asilo, otros, indicó Valdés Vásquez llegan porque son reportados por los vecinos que identifican su estado de abandono.
Los abuelitos que habitan ese lugar van de los 60 a los 103 años edad, y de los 32, sólo dos reciben visitas de algún familiar. No es el caso de Ángel, que en medio de la charla me muestra los dibujos que colorea, siente orgullo de su destreza para manejar los lápices.
Recuerda que en la calle duró cuatro años, pero ahora de alguna manera con sus compañeros y el personal que lo atiende se siente acompañado. Aconseja a todo aquel o aquella que no tenga a nadie, como él, a que “busquen un rinconcito como un asilo, un albergue donde puedan explotar su inteligencia, para que Dios los ayude y tengan una vida mejor”.
ENVEJECER EN SITUACIÓN DE CALLE
El 25 por ciento de los adultos mayores a nivel nacional vive en situación de calle, por abandono o a causa de las deficiencias socioeconómicas que presenta el país, según datos del Conapo.
Manejo por la calle Ramón Arizpe en Torreón y el semáforo ubicado en el bulevar Constitución detiene mi marcha. Mientras espero el cambio de luz, una imagen llama mi atención: casi en la esquina de la calle observó una colchoneta con algunas chamarras y cobijas encima, cerca de esta, dos adultos mayores platican sentados en la banqueta.¿Será que uno de ellos vive ahí, bajo esas condiciones? Me estaciono para corroborar que sí, que el que ahí duerme se llama Daniel y que tiene 75 años.
No tiene familia, nunca se casó ni tuvo hijos, tampoco recibe apoyo económico de ningún lado. Vive al día, sobrevive de lo que la gente le arrima. Antes, me dijo: “mi trabajo original, con mi padre, era hacer pan, sé hacer todo tipo de pan, (también) pizzas y todo. Nada más que ya no le dan trabajo a la gente grande”.
Por ello ahora le apuesta a la caridad de la gente que pasa, y que sabe que él vive ahí: en ese escalón ancho de una casa que parece no estar habitada, un rincón que este adulto mayor localizó como el mejor lugar para existir.Daniel enfrenta su vejez así: sin sustento, sin techo, sin seguridad médica, y en completa soledad.
Aunque Manuel, Ángel y Daniel viven su vejez en contextos muy diferentes, los tres, pude apreciar, no reflejan la protección que presume la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores. Tampoco, es evidente, de nada les ha beneficiado el que México, desde 2023, sea parte de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, el único tratado internacional en el mundo que pronuncia proteger de modo específico sus derechos humanos.
¿CÓMO FUNCIONAN LAS LEYES?
Para tratar de entender un poco qué pasa con las leyes mexicanas y con los tratados internacionales que se realizan entorno al tema de derechos humanos, se consultó a Dimar Charlene Guillén Torres, abogada especialista en derechos humanos, quien recordó que derivada del cumplimiento de una sentencia internacional por el caso Rosendo Radilla Pacheco Rosendo Radilla Pacheco, un campesino que sufrió desaparición forzada en 1974, fue que se realizó una reforma constitucional en materia de derechos humanos en el país, lo cual representó el avance jurídico más importante que ha tenido México para optimizar el goce y ejercicio de los derechos humanos.
Los principales cambios de la reforma son: la incorporación de todos los derechos humanos de los tratados internacionales como derechos constitucionales.
En ese sentido, la especialista explicó que el sistema jurídico mexicano señala, conforme al artículo primero constitucional, “que la Constitución junto con los tratados internacionales en materia de derechos humanos, son como la ley suprema del país, y de ahí partimos a las demás leyes”.
Así, dijo, en algunos artículos se reconocen ciertos derechos humanos, hablando específicamente de los adultos mayores Guillén Torres recordó que el año pasado, como ya se mencionó arriba, México firmó su adhesión a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.
Al cuestionar a la abogada respecto a cómo se puede ver materializado lo anterior, informó que: “tendríamos que ver lo que está haciendo tanto el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial para cumplir lo que dice la ley, eso por un lado. El Congreso, también al firmar un tratado, y sobre todo para cumplirlo, tendría que hacer leyes, entonces ya con una ley, pensemos en una que incluya los adultos mayores que diga que tiene que existir una institución dedicada a proteger sus derechos, ahí el Congreso tiene que hacer un presupuesto para que a su vez el Poder Ejecutivo cree las instituciones, es decir materialice y luego, el Poder Judicial, que es el que se encarga de interpretar la ley, tendría que hacer protocolos para resolver casos en los que se involucre a una persona adulta mayor”.
La abogada mencionó que, como se puede leer, no es algo sencillo de ejecutar, porque requiere la participación de los tres poderes, quienes se tienen que sentar y poner de acuerdo, sobre todo, también dijo, es importante que exista el recurso económico para ejecutar porque sino “estaríamos hablando de una ley muerta”.
Como el tratado internacional sobre los derechos humanos de adultos mayores se firmó apenas el año pasado, Dimar Charlene calcula que aún falta bastante para que se materialice y los adultos mayores de México puedan sentir ese respaldo.
“Es un tema complejo. No es algo que se pueda cumplir de un día para otro. El chiste es que lo vayan programando, para que se gesten las leyes, luego se hagan los presupuestos y luego se materialicen las instituciones, por ejemplo una Procuraduría del Adulto Mayor”.
Por otro lado, la especialista mencionó que también el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), fundado en 1979, debería de tener más presencia en el país, “y no solamente verse como una institución que da credenciales”. En ese sentido mencionó que también debe haber una reforma armónica de todas las leyes al respecto, así “como lo ve en algunos puntos el nuevo Código Nacional de Derechos Civiles y Familiares”.La reflexión que queda de todo lo anterior expuesto es que mientras todo cuaja y se materializa, casos como los de Manuel, Ángel y Daniel se multiplican...