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LA TIERRA DEBAJO DE LA ALFOMBRA

CECILIA SABAG MONTESINOS

En la vida cotidiana, solemos esconder problemas y conflictos "debajo de la alfombra", esperando que desaparezcan solos. Esta metáfora ilustra perfectamente cómo funcionan los mecanismos mentales de evasión, que, al igual que los de defensa, buscan proteger nuestra identidad. Tanto jóvenes como adultos recurren a estos mecanismos para encontrar un equilibrio emocional que a menudo se traduce en alguna forma de alejamiento o huida.

Todos huimos de algo en algún momento. La huida es una respuesta común ante situaciones que nos producen miedo o conflicto. Nos protege de lo que nos resulta demasiado doloroso, difícil o provoca un miedo excesivo. A veces, huir es necesario e incluso saludable, ya que encontrar formas de distanciarnos de una situación puede ser una buena estrategia para no quedar atrapados en el sufrimiento.

Sin embargo, algunas personas evaden los problemas de manera más evidente. Estas personas, también conocidas como "escapistas", evitan ciertas situaciones de forma clara: se desconectan de la realidad, prefieren olvidar, rechazan o niegan ciertos aspectos de su vida. Esta actitud puede llevarlos a culpar a la situación o a otros por sus problemas, adoptando una postura de víctima que les libera del peso de la responsabilidad, pero también limita su capacidad de acción.

Es importante destacar que no todos los que evaden sus problemas lo hacen de manera consciente. Muchas veces, la evasión es un mecanismo inconsciente que se activa como una respuesta automática al estrés o al dolor emocional. Los escapistas pueden no darse cuenta de que están evitando sus problemas, creyendo que simplemente están tomando un descanso o buscando una distracción temporal. Sin embargo, esta falta de conciencia sobre su comportamiento puede llevarlos a perpetuar un ciclo de evasión que, a largo plazo, les impide enfrentar y resolver los conflictos que realmente importan.

La huida tiene muchas formas y puede ser efectiva temporalmente. Distanciarnos de una situación conflictiva puede darnos el espacio necesario para recuperarnos y enfrentarnos a ella con nuevas fuerzas. Sin embargo, cuando la evasión se convierte en un hábito, podemos caer en un ciclo perjudicial. Al no enfrentar nuestros problemas, estos pueden crecer y volverse aún más difíciles de manejar.

Los mecanismos mentales de evasión tienen su lugar y momento. A veces, es necesario tomarse un respiro para evitar el desgaste emocional. No obstante, es crucial reconocer cuándo estamos usando la evasión como una excusa para no enfrentar nuestras responsabilidades. La verdadera solución a nuestros problemas radica en enfrentarlos con valentía y buscar soluciones efectivas.

Al final del día, los problemas escondidos "debajo de la alfombra" no desaparecen; siguen ahí, acumulándose y esperando el momento en que ya no podamos ignorarlos. Por eso, es fundamental aprender a gestionar nuestras emociones y conflictos de manera saludable. Solo así podremos evitar que la tierra debajo de la alfombra se convierta en un obstáculo insuperable en nuestras vidas.

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