En la actualidad, vivimos tiempos de álgidos debates sobre temas controversiales, quizás el más ostentoso es el de la reforma judicial, el cual ha acaparado la atención de una parte de la población configurando posicionamientos dicotómicos y jerárquicos, que se expresan en una suerte de "estás conmigo o contra mí" o "estás con la oposición o el oficialismo".
En ese contexto, es necesario recordar que estos momentos y posicionamientos no corresponden propiamente a un sexenio presidencial, son discusiones propias de "La Política", es decir, son inherentes al Estado, a los partidos y al Capital, que articulados representan un eje rector que impone la agenda y el debate público; lo que configura expectativas, esperanzas, miedos y desilusiones entre la población que se compromete con esto. Quizás vale la pena considerar que al final de cuentas, como debate impuesto, beneficia y mantiene el estatus quo de este eje rector, independientemente del color o nombre que se le ponga.
Si estamos de acuerdo con esto y sin el afán de quitarle relevancia a "La política", considero necesario preguntarnos ¿qué pasa más allá de esta y sus debates? La respuesta puede ir en múltiples direcciones, pero quiero centrarme en una, "lo político"; es decir, la construcción de diversas formas de comunidad inspiradas en la dignidad, la justicia y la paz, que buscan alejarse, no exentas de contradicciones, de lo que el eje rector impone.
Son personas "sin rostro" a las que se les suele etiquetar como "ignorantes", "resentidas" "indiferentes", "radicales", "locas", o en el mejor de los casos "soñadoras", "idealistas" y "utópicas"; cuya característica es, que piensan y hacen fuera de lo habitual, caminan a contracorriente unas a lado de otras, nada les parece imposible de cambiar.
En términos de Bertolt Brecht, son personas imprescindibles para transformar y construir un mundo diferente ya que desbordan el eje rector. A lo largo de los años, he tenido la fortuna de coincidir con algunas; hace algunos años conocí a un grupo de ejidatarios laguneros, quienes convencidos de que "otro mundo era posible" iniciaron un proyecto de autonomía alimentaria, que consistió en la siembra de cultivos orientados hacia el autoconsumo del colectivo, apoyándose en fertilizantes y plaguicidas naturales, así como rechazando apoyos gubernamentales o privados que pudieran condicionar sus decisiones hacia los intereses del mercado. El propósito involucraba la creación de relaciones personales y de trabajo basadas en el apoyo mutuo.
Este proyecto tuvo muchos desafíos, pero la convicción del colectivo les permitió resistir y en ocasiones desafiar los condicionamientos del eje rector. Como este grupo, hay muchos en la Región Lagunera.
Experiencias como estas pasan más allá de "La Política" e impulsan la esperanza de un mundo diferente; su semilla se encuentra en las personas imprescindibles.
¡Hasta encontrarles a todes!