Es posible que muchas veces hayamos futureado, como cuando niños imaginábamos qué haríamos si fuéramos grandes. Bueno, para algunos de nosotros ser adultos mayores está mucho más cerca de lo que pensábamos. Justo en días pasados me preguntaron algo que, unos años atrás, tenía medianamente pensado, pero que, con los cambios en la vida, ya no será igual de sencillo como lo soñé.
Con esto quiero decir que pareciera que en un instante se desdibujó un plan de vida trazado y que ya requiere un replanteamiento. Traigo esto a colación porque, de no haberme cuestionado sobre qué haré cuando el nido quede vacío no habría sido consciente de que estoy transitando por un camino que me aleja, un tanto, de aquella meta.
Todo y nada cambia con el paso del tiempo. Cambia el entorno, las prioridades, los gustos, la etapa de la vida, entre muchas cosas, pero nada cambia en relación con tres fundamentos para que la existencia siga teniendo mucho sentido.
Y es que, cuando las personas llegan la etapa de la jubilación, no siempre se cuenta con la preparación adecuada, a lo sumo, se considera la parte financiera, ya sea porque se la tenga o no resuelta.
Sin embargo, para no perder la ilusión de vivir, en cualquier etapa de la vida, habrá de considerarse tener algo que hacer, alguien a quien amar y algo qué esperar, pues según Thomas Chalmers (1780-1847) ese es el secreto de la felicidad. Y es que nuestro pensamiento nos permite planear tanto como podamos, no obstante, las sensaciones no son fáciles de anticipar, pues las experimentamos más vívidamente cuando los eventos están ocurriendo, o bien, cuando recordamos. Frecuentemente, uno tiene la esperanza de que el futuro será bueno, aunque no tenemos la certeza; lo que sí sabemos es que lo que vendrá será producto, en gran medida, de las decisiones que hemos tomado a lo largo de la vida.
Tal vez no somos tan conscientes de ello sino hasta que el futuro nos alcanza, o bien, en la víspera. Por eso extiendo la invitación a vivir con la mejor sabiduría que tengamos, porque el tiempo no se detiene y nuestra vida seguirá el curso que le hayamos trazado: consecuencias.
Ahora son mucho más relevantes conocer nuestra condición de salud (física, mental y espiritual), tener una alimentación adecuada, hacer ejercicio, descansar, recrearse, contar con relaciones afectivas saludables, porque es la inversión más importante que podemos realizar.
Hoy queda un día menos para terminar la etapa de vida actual. Desconozco si tendré el privilegio de ser abuela o no. Lo que sí sé es que viviré en este cuerpo, con mis pensamientos y el quehacer que me proponga realizar. Se viene un estadio nuevo, desconocido que, si Dios lo permite, podría ser tan largo como la etapa laboral. Cuando llegue la vejez me gustaría seguir compartiendo, de la manera que mejor se pueda, lo que he ido y seguiré aprendiendo. Seguir disfrutando, sentirme satisfecha y, por supuesto, contar con un propósito para transitar la adultez mayor con plenitud, peromientras habrá que construir el porvenir. ¡Salud