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Idiosincrasia

YAMIL DARWICH.-

La palabra se refiere a las características que distinguen a un individuo o grupo social. Para el caso, a los mexicanos nos marca la particularidad de ser cristianos en su mayoría y, entre ellos los católicos, que profesamos una fe extraordinaria.

Ya hemos dialogado sobre las diferencias que existen entre fe y certeza; entre el pensamiento científico y el de la certeza basada en la intuición; lo cierto es que, una y otra, se incluyen en un mismo grupo cultural -suma de creencias, usos y costumbres- que nos identifica, aún con los distintos criterios desarrollados para el momento de decidir sobre la verdad y aplicarlos en nuestras vidas.

Estamos a punto de conmemorar uno de los festejos que nos han fundamentado la idiosincrasia de mexicanos: el día de la Virgen de Guadalupe, evento que no solo se circunscribe a las 24 horas, se prolonga durante semanas, con eventos que incluyen peregrinaciones de creyentes, misas, comidas llamadas reliquias y otros eventos de carácter religioso.

Hay posturas que no son "negociables" en la vida; algunas se viven como verdades indiscutibles y el ataque a ellas puede provocar distanciamientos y hasta agresiones: el amor a la madre biológica o la devoción a la Guadalupana son dos de ellas.

Así, aún en desacuerdo, la devoción a "Lupita", es aceptada muy democráticamente por todos los mexicanos; desde las autoridades, que hasta participan en la organización, control y vigilancia de los eventos y los no creyentes, que aceptan las molestias que puedan generarle las obstrucciones al flujo vehicular; otros, sin ser practicantes, las esperan ansiosos, casos de comerciantes que lucran con el festejo, desde la venta de flores, artículos de vestir varios, hasta la fotografía del niño vestido de Juan Diego.

El lienzo original -retablo resguardado en la CDMEX- ha sido causa de profundas investigaciones, de creyentes y no, que han expuesto los resultados de sus estudios y dejan abierta las preguntas que no siempre son respondidas con evidencias. Le comparto algunas sin intención de generar polémica:

En el manto que la cubre, se observan cuarenta y seis estrellas, mismas que corresponden a las constelaciones más luminosas en el cielo matinal del último día de la aparición.

Se observa que, por debajo de la capucha del manto, se alcanza a ver el pelo suelto. Era un símbolo de virginidad entre los aztecas.

En la imagen -recorriéndola de arriba abajo- los ojos muestran figuras que al parecer son humanas. Hipotéticamente quedaron impresas en la retina.

Las manos, con las palmas abiertas y unidas, señal de oración, que algunos autores las identifican como la manifestación de las etnias indígenas y europeas unidas en una nueva: mexicana.

La cintura, fajada y rematada por un lazo al frente, otro símbolo de virginidad. Interesante: algunos adivinan un bajo vientre de mujer embarazada, que lo mismo confirma la historia de madre inmaculada que confronta el mensaje en cabello y cintilla.

Abajo, a los pies de la imagen, está la luna que corresponde a la fecha y hora del amanecer, -aún sin plena iluminación- simbolizando a la unión de las dos etnias mencionadas. Recordemos que México, del náhuatl literal, significa "el ombligo de la luna" o "en el dentro del lago de la luna".

Abajo un ángel, con alas extendidas, de quetzal, pelícano y guacamaya, aves de gran simbolismo para los indígenas, cuyas plumas eran altamente apreciadas.

Otros estudiosos del tema aseguran encontrar datos más inentendibles, como el tipo de la pintura con que se imprimió, "que al parecer está flotando sobre el lienzo"; el ayate de Juan Diego, ¡incólume!, labor indígena de tejido vegetal con una vida calculada en treinta años. Las tinturas no identificadas: ¡intactas!

Otros aseguran haber encontrado contracciones pupilares en los ojos de la Virgen; las imágenes de los asistentes a la entrega del mensaje por él indio Juan Diego, al Obispo Zumárraga -crónica original-; hasta haber decodificado con música las estrellas pintadas, que Usted puede buscar en la red. En el presente siglo, sobresalen otros que aseguran haberle escuchado hablar.

En contraparte, los no creyentes, encabezados por Joaquín García Icazbalceta, del siglo XVIII o el obispo Eduardo Sánchez Camacho -siglo XIX-, fundamentan su postura en la racionalidad y los conocimientos científicos en el mundo actual.

Es el festejo religioso con más seguidores en el mundo -sume a latinoamericanos y otros de diferentes idiomas-, que mueve a sentimientos afectivos profundos entre creyentes y aquellos que entienden el mensaje final de la creencia de "la aparición de la Virgen María": el amor deífico y filial.

Una buena muestra es la llamada "Serenata a la Virgen María", que se celebra cada año, multitudinariamente, en la Basílica de Guadalupe.

¿Qué opina?

Si le interesa, el texto del códice Nican Mopohua, que narra el evento con sus diferentes apariciones, lo puede encontrar en https://www.kofc.org/es/resources/our-lady-of-guadalupe/nican mopohua.pdf

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