Dunas de Bilbao. (CORTESÍA)
En marzo de 2022, turistas que montaban cuatrimotos sobre las dunas de Bilbao, en el municipio de Viesca, encontraron un cráneo humano. Inmediatamente reportaron el hallazgo a las autoridades, pues se pensó que podría tratarse de una persona desaparecida. No obstante, al investigar el caso y estudiar los restos del esqueleto en laboratorio, la Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila se percató de que no se trataban de restos recientes, sino de al menos 500 años de antigüedad.
Fue a mediados de 2023 cuando el MP dio aviso a la delegación Coahuila del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuyos arqueólogos actualmente analizan en el Museo Regional de La Laguna (MUREL) los restos y objetos que los acompañaban.
Yuri de la Rosa, arqueólogo de INAH y actual coordinador de la investigación, indicó que para determinar la edad de restos óseos hay que evaluar varios factores. Uno de ellos es el color; los huesos humanos antiguos suelen presentar una pátina café y muestran signos notorios de desgaste por el paso del tiempo y su exposición a las condiciones climáticas.
El arqueólogo explicó que las dunas no suelen estar relacionadas con los ritos mortuorios de los antiguos, lo cual sí sucede con las cuevas. En el área donde fue hallado el esqueleto no se encontraron elementos funerarios, pero sí objetos empleados para la caza y la recolección. Una primera hipótesis apunta a que podría tratarse de una persona nómada, un cazador-recolector.
“Las dunas no son un lugar de enterramiento. Estamos haciendo la investigación para ver por qué un cuerpo con estas características, que además tiene artefactos asociados para cacería y recolección, se encuentre en las dunas. Además, esas herramientas son las que nos dicen claramente que se trata de un cuerpo prehispánico”.
Una investigación arqueológica de este tipo contempla tres etapas. La primera consiste en recabar toda la información disponible en campo. Después, se realiza un primer análisis de los materiales que arrojará resultados sobre tamaños, formas y modos de producción de los objetos. Luego, se realizan estudios profundos al esqueleto, como estudio de los dientes, para obtener más información. Sin embargo, Yuri de la Rosa afirma que esos son procesos que se ejecutan a largo plazo.
“Estamos hablando de que esto puede ser una investigación muy provechosa con dos o tres años de duración”.
Otro aspecto que no se ha confirmado es el sexo del esqueleto. Aunque se le ha empezado a conocer como “el hombre de Viesca”, aún no se tiene la certeza de que se trate de un sujeto del sexo masculino. Además, tampoco se ha concluido a cuáles de las tribus que habitaron el desierto de Coahuila pertenece. Yuri de la Rosa agregó que los resultados del primer análisis pueden estar listos en una o dos semanas.
“Todos los hallazgos son relevantes y apuntan en distintas áreas de conocimiento de los cazadores recolectores. Este, por el contexto arqueológico, puede aportar a la vida cotidiana de los antiguos pobladores. Es parte de lo que estamos viendo por sus características”.
Además de Yuri de la Rosa, en esta investigación participan el antropólogo Erick Morgan, así como los arqueólogos Miguel Vargas y Nahomi Meraz. Es decir, personal de la Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila y del INAH.
“Los primeros análisis apuntarán a un horizonte cronológico, también a una afiliación probable por edad, estatura y cosas por el estilo. El antropólogo físico está haciendo un análisis de los restos óseos y yo estoy haciendo un análisis de los restos materiales, de los artefactos”.
Sobre la edad del esqueleto, el arqueólogo puntualizó que su antigüedad podría datarse entre los 500 y miles de años.