Los juegos de rol ayudan a ver a la pareja con una mirada renovada. Imagen: Freepik
El formato de nuestra existencia es limitativo y, en ocasiones, aburrido. Vivimos dentro de un cuerpo que nos limita a experimentar los placeres de la vida sólo a través de él y únicamente desde nuestra perspectiva… a menos que hagamos teatro.
La actuación teatral le permite a cualquiera experimentar muchas vidas, prestarle el cuerpo a personajes para que vivan a través de él; le da a la persona una perspectiva diferente sobre el entendimiento del mundo, amplía su marco experiencial y crece su capacidad sensitiva.
Las posibilidades del teatro pueden trascender el escenario y, llevadas al juego sexual, le permiten a quien las practica potenciar su propio placer y el de quien le acompaña.
A menos que tu vida esté dentro de una película, seas una celebridad o, por alguna extraña razón, constantemente te sucedan cosas fuera de lo ordinario, la cotidianidad de las personas en la realidad suele ser más bien monótona y esto puede manifestarse, también, en una sexualidad sosa.
Es habitual que la actividad sexual en una pareja, después de un tiempo, llegue a cierta monotonía o pierda pasión. Por eso, algunos estudiosos del campo del amor recomiendan a parejas que han perdido el ardor erótico, abrir la relación e incluir a una tercera persona: un amante.
Lo problemático de esta práctica es que, por nuestro contexto cultural monógamo, no todas las personas están preparadas o dispuestas a un acuerdo de esta naturaleza, pero ¿y si pudieran tener un amante, pero con el cuerpo de su pareja? Es más, ¿y si cada noche se acuestan con alguien distinto? Con el juego de roles se puede, sin necesidad de “poner el cuerno”.
La idea es que una o ambas personas de la relación interpreten a un personaje o a sí mismos en otras circunstancias y, a través de la imaginación, construyan un mundo paralelo donde puedan ser y hacer lo que no se permiten o no podrían en el mundo “real”.
LA DINÁMICA DEL JUEGO
Aunque realmente cada pareja construye sus propias dinámicas y acuerdos para el juego de roles, aquí hay algunas ideas iniciales.
Lo primero, ¿cómo se juega? Vamos a poner el caso hipotético de un matrimonio heterosexual en donde ella ha fantaseado con la idea de acostarse con un profesor de clases particulares de guitarra. Una vez que se lo comunica a su esposo y ambos están dispuestos a vivir esta experiencia a través del juego de roles, consensúan que, en cualquiera de sus llamadas cotidianas, él interpretará al profesor de guitarra e improvisarán a partir de ese momento. La escena inicial más o menos ocurriría de esta manera:
Andrea llama por teléfono a Ricardo, su pareja, quien responde con una voz distinta y le dice:
—Discúlpame, creo que te equivocaste de número, soy el de las clases particulares de guitarra, ¿te acuerdas?
Andrea, luego de dudar unos instantes, entiende lo que está haciendo Ricardo; entonces le responde.
—Sí, discúlpame, me equivoqué, pero debe ser el destino o yo qué sé. Aprovechando la llamada, sí me gustaría tomar la clase muestra que me dijiste.
—Perfecto, ¿te viene bien hoy a las ocho de la noche? Puedo ir a tu departamento, sólo ten lista la guitarra.
—Sí, me viene genial. Y sí, te espero ya con todo preparado. Gracias.
Y entonces Andrea siente una excitación que hace ya varios años no tenía o, por lo menos, no así. La mujer no puede dejar de pensar en que recibirá a su profe particular de guitarra (interpretado por Ricardo) en su departamento y empieza a fantasear con diversos escenarios posibles.
El juego de roles en el sexo tiene su base en la improvisación teatral, que se sostiene en tres principios básicos: escucho, acepto, juego. Estos preceptos permitirán que el juego fluya y que quienes participan no se salgan del personaje convenido, que es la regla más importante. La idea es que Andrea se convenza que el que está en frente es el profesor de guitarra, no su esposo.
Otra forma de jugar consiste en no tomar otros personajes, sino imaginar otros contextos, de tal manera que la pareja no juega a ser otro, sino a estar en otra circunstancia, por ejemplo, encontrarse de nuevo por primera vez. Es muy común quedarse de ver en un bar o un lugar público y jugar a que se abordan por primera vez.
IMPROVISACIÓN SEGURA
En ambos formatos, las posibilidades son infinitas y los límites los pone la pareja misma, por eso resulta necesario que haya una buena comunicación y confianza, puesto que habrá detalles del juego que puedan despertar inseguridades o inquietudes. Por eso, es necesario que se comunique todo, se escuche al otro y se construya un vínculo de empatía y entendimiento.
También es importante que quienes practiquen los roles lo hagan con consentimiento de ambas partes y que este consentimiento esté en constante renovación; es decir, que quienes jueguen sepan que tienen la libertad, en todo momento, de pausar o acabar la improvisación.
Esto pareciera contradecirse con la principal regla de esta dinámica —no salirse de personaje—, sin embargo, que las personas involucradas tengan la seguridad y confianza que pueden pausar el juego o acabarlo cuando se sientan incómodas, definitivamente ayuda a que puedan vivir el personaje de manera libre y disfrutar más la experiencia.
Lo que se busca es que hagan una obra de teatro afectiva y sexual donde los únicos espectadores sean la pareja misma, donde se permitan vivir situaciones que en su cotidianidad les hubieran sido imposibles.
Recordemos que el sexo puede ser lúdico y que el órgano central del placer es el cerebro, así que si estamos dispuestos a jugar con la imaginación, abrimos un mundo de posibilidades en el terreno del gozo sexual. Si entramos en una dinámica teatral, no será necesario salir de casa ni cambiar de pareja para vivir experiencias extraordinarias, en el mismo lugar y con la misma persona con quien ocurre lo ordinario. Lo único que se requiere es la disposición de jugar porque, al final, de eso se trata la vida sexual.