NEGRO COMO MI SUERTE
Esta historia me la platicó una señora, y es acerca de su querido perro. El NEGRO, obviamente era de color negro, pero ya de viejo su pelaje era más bien gris, había comenzado a fallar en sus hábitos diarios de demostración de agilidad al vernos o recibirnos, a los cuales nunca faltó cuando era joven. Nunca creí depender tanto de él. Ahora que lo veo lento, me duele en el alma, en primer lugar porque lo quiero mucho y no quiero que sufra, y en segundo lugar porque mi sentido común me avisa que más temprano que tarde yo estaré igual o peor que él. Jamás me he imaginado la vida sin mi compañero de paseos, al menos que por razones fortuitas él se perdiera o que sufriera una, traicionera y repentina enfermedad, que lo arrancara de mi lado de manera repentina.
Yo como cualquier madre sobreprotectora con mis hijos cuando fueron pequeños, también lo he seguido haciendo con mi perro y he aprendido a entender los ruidos, chillidos, ladridos, arañazos y empujones, o cuando me sigue incesantemente y me ve a los ojos, así es como yo adivino lo que mi perro quiere o necesita.
En ocasiones yo he platicado con mi esposo, acerca de cómo nos sentiríamos si nuestro perrito ya no estuviera con nosotros, y preferimos ni pensar ni ahondar en el tema, pues ahora que vivimos solos porque nuestros hijos ya se fueron y formaron sus familias, el negro es en este momento, aunque muchas personas no lo entiendan, es nuestro familiar más cercano.
Los norteamericanos que suelen todo estudiar y sacar, estadísticas, parámetros y nombres para todas las enfermedades, le llamarían a esta hipotética pérdida "estrés" por separación. Pero como yo soy latina, orgullosamente mexicana y lagunera por adopción le llamaría a la pérdida de mi perrito una "pérdida familiar irreparable" digna de guardarle luto.
Por cierto recordando el color original que tuvo mi cachorro antes de que el tiempo lo adornara con sus preciosas canas ganadas y vividas a pulso, diría que vale mucho más un negro distinguido que un blanco del montón.
Y ahora para terminar una gota de filosofía:
"NO LE HACE QUE ESTES PRIETA, YO TE MANDO NIQUELAR".