En pocos días, 22 y 23 de septiembre, se celebrará la Cumbre del Futuro. No será esta otra conferencia multilateral de alto nivel que reúna a los dirigentes mundiales en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, sino la culminación y puesta en marcha de un proceso diferente, innovador, para hacer que todos, empezando por los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil, las empresas, las escuelas y las universidades, los adultos y los jóvenes, las mujeres y los pueblos indígenas, las comunidades locales y todos los individuos en el mundo asumamos el compromiso impostergable para conseguir juntos trazar y emprender, de manera incluyente, un nuevo derrotero en el devenir de la humanidad. Un llamado y detonador urgentes, basados en una agenda común, para lograr emprender un nuevo comienzo, antes de que sea demasiado tarde.
La cumbre iniciará dos días antes con unas jornadas de acción destinadas a brindar oportunidades adicionales de participación para todos los actores. Se trata de que todas las partes interesadas tengan un papel fundamental en la adopción final del llamado Pacto para el Futuro, para conseguir que se movilicen de distintas maneras y en múltiples direcciones y asegurar su pronta y eficaz aplicación. El Pacto incluirá como anexos un Pacto Digital Mundial y una Declaración sobre las Generaciones Futuras. Estos documentos contendrán acciones que toman en cuenta la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y su promesa central de no dejar a nadie atrás, el compromiso de poner fin a la pobreza y el hambre en el mundo, combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, garantizar una protección duradera del planeta, sus recursos naturales y biodiversidad, creando las condiciones necesarias para un crecimiento económico sostenible, incluyente y sostenido, una prosperidad compartida y un trabajo decente para todos, teniendo en cuenta los diferentes niveles nacionales de desarrollo y capacidades, así como para hacer realidad los derechos humanos de todas las personas y alcanzar la igualdad entre los géneros, con el necesario empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
Después de una primera sesión dirigida por jóvenes, habrá un programa centrado en tres temas prioritarios: ciencia, tecnología e innovación y cooperación digital, paz y seguridad y desarrollo sostenible y financiación. Las generaciones futuras tendrán una atención prioritaria. Dichas jornadas serán una oportunidad para dar voz a la juventud en el sistema multilateral. Los jóvenes son participantes clave en los esfuerzos para garantizar que haya avances en la cooperación mundial. Son ellos quienes desafían y cuestionan el pensamiento convencional, quienes exigen responsabilidades a los dirigentes y anteponen el interés de las generaciones venideras. Los jóvenes saben muy bien las pérdidas, consecuencias e implicaciones negativas si los actuales dirigentes mundiales incumplen sus promesas. La juventud debe liderar el futuro, si hemos de creer y actuar para cumplir la promesa de que un mundo mejor, otro mundo, es posible para todos.
¿Conseguiremos el objetivo de largo plazo trazado por la ONU de tener un sistema internacional mejor preparado para gestionar y resolver los desafíos a los que nos enfrentamos todos, ahora y en el futuro, por el bien de la humanidad y de las generaciones venideras?
Lo conseguiremos si el Pacto para el Futuro forja un nuevo consenso internacional para mejorar el presente y salvaguardar el futuro. Sabemos bien que la cooperación eficaz es y será cada vez más importante para nuestra supervivencia, pero ésta es cada vez más difícil de conseguir y realizar en un entorno de emergencia climática, tensiones geopolíticas, crisis múltiples y una profunda desconfianza internacional, con estructuras obsoletas que ya no reflejan las realidades políticas, sociales y económicas actuales. Lo conseguiremos si el Pacto Digital Global establece efectivamente un marco global inclusivo, necesario para superar las notorias diferencias en materia digital, de datos e innovación, de acceso, uso y aprovechamiento de las nuevas tecnologías, fijando los principios, objetivos y medidas para avanzar hacia un futuro digital abierto, libre, seguro y centrado en el ser humano, basado en los derechos humanos universales y no centrado en las capacidades e intereses de las grandes empresas globales tecnológicas.
Lo conseguiremos si la Declaración sobre las Generaciones Futuras traza una hoja de ruta clara, realizable, que reconozca que hay diversos sistemas legales nacionales, religiones y prácticas sociales y culturales distintas, y que, por ende, para salvaguardar los intereses de las generaciones futuras, es necesaria la inclusión, la solidaridad, la justicia y la equidad intergeneracional. Sin dejar de reconocer que los logros conseguidos y los errores cometidos en el pasado han tenido múltiples consecuencias. Sólo así podremos asegurar la posibilidad de tener un mundo más sostenible, justo y equitativo, entendiendo la interconexión entre el pasado, el presente y el futuro. Reconociendo también que los niños, los jóvenes y los adultos mayores somos agentes del cambio para conseguir la promoción, protección y disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales, la justicia social y la observancia del estado de derecho.
La Cumbre del Futuro será una oportunidad única, irremplazable, para restaurar la confianza erosionada en las instituciones multilaterales y demostrar que la cooperación internacional para el desarrollo puede alcanzar eficazmente los objetivos acordados y hacer frente a múltiples amenazas y oportunidades emergentes. Debe ser un momento decisivo para comenzar a transformar sin demora la gobernanza global. Para avanzar, reformar y transformar las instituciones globales en un mundo multipolar, superando las resistencias acumuladas. Compromiso formidable en el que estamos implicados todos.
@JAlvarezFuentes