La emotiva historia de Matthias Steiner, ganó una medalla para su esposa fallecida
Los Juegos Olímpicos generan una multitud de historias, algunas antes del evento, otras durante la competición, y muchas más después. Un ejemplo de esto es el levantador de pesas Matthias Steiner, quien, después de nacionalizarse alemán, ganó la medalla de oro en Beijing 2008. Hoy en día, su notable transformación física ha captado la atención, ya que luce completamente diferente.
Steiner, nacido en Viena el 25 de agosto de 1982, representó a Austria en el ámbito de la halterofilia durante sus primeros años, incluyendo su participación en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. En esa competición, compitió en la categoría de 105 kilogramos, pero no logró alcanzar el podio, terminando en séptimo lugar con una puntuación total de 405.0, mientras que la medalla de oro fue para el ruso Dmitry Berestov.
A pesar de este resultado, el deseo de Steiner de destacar en los Juegos Olímpicos no disminuyó, y se intensificó aún más tras conocer a Susann, una alemana que cautivó al pesista en 2004, llevándolo a decidirse por la nacionalidad alemana.
La muerte de su esposa motivó a Matthias Steiner a cumplir su promesa
En 2007, poco después de haberse casado, Matthias Steiner recibió una de las peores noticias: su esposa Susann falleció en un accidente automovilístico. Esta tragedia inicialmente le causó una pérdida de peso y puso en duda su participación en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Sin embargo, el ya nacionalizado alemán encontró fuerza en su dolor y le prometió a su esposa que ganaría la medalla de oro en China.
En los Juegos Olímpicos de 2008, Steiner representó a Alemania en la categoría de más de 105 kilogramos y cumplió su promesa al subir al podio, donde llevó consigo el recuerdo de Susann.
Casi al borde de las lágrimas, Steiner se convirtió en un fenómeno viral al recibir su medalla de oro sosteniendo una foto de su esposa fallecida, que siempre permaneció en su corazón. En su mano derecha, mostró con orgullo la medalla dorada y un ramo, mientras que en la izquierda llevaba la fotografía de su amada. Esta imagen se ha convertido en un recuerdo imborrable de uno de los momentos más emotivos en la historia de los Juegos Olímpicos.