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La poesía de Indran Amirthanayagam se escuchó en Torreón

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La poesía de Indran Amirthanayagam se escuchó en Torreón

SAUL RODRÍGUEZ

Nació en un país que ya no existe. A los ocho años de edad, Indran Amirthanayagam (1960), escapó con su familia ante la guerra civil que azotaba a Ceilán, hoy Sri Lanka. Detrás dejaron una tierra herida, desolada, cubierta de escombro, pero suya al fin. Entonces llegaron a Londres, donde Indran se vio obligado a despojarse del tamil, su lengua madre, y adoptar el inglés.

“Descubrí mi curiosidad por los idiomas, por haber perdido mi idioma materno. Pero a los 14 años mi familia se mudó a Estados Unidos, a Honolulu, Hawái. Una isla con palmeras y mangos. Y en Hawái, a los 14 años, empecé a escribir poemas en inglés”.

El poeta estuvo en Torreón, en Casa La Morelos, donde la noche del jueves presentó su libro Isleño, una antología que reúne sus versos publicados en español. La última vez que visitó la ciudad fue en 2006. Hoy tiene 64 años de edad y todo un camino recorrido por el mundo de las letras.

Estudió literatura en Haveford College. Realizó una maestría en Periodismo en la Universidad de Columbia. Por eso describe a sus poemas como “noticiosos”, porque muchos de ellos hablan sobre lo que Indran observa en las noticias, en los acontecimientos de cada día.

Por eso durante su charla tocó el tema de la guerra. Habló de Gaza, de Ucrania, de su propia experiencia al ser un niño que escapo a las balas.

Lord Byron y John Keats son poetas que le interesan. No obstante, su máximo aprendizaje se lo debe poetas del siglo XX. En inglés, T. S. Elliot y William Butler Yeats. En español, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Rosario Castellanos. En francés, Víctor Hugo, Arthur Rimbaud. Pero, sin duda, el poeta más importante desde su perspectiva es el griego Constantino Cavafis.

“Cada poeta lee, absorbe y reproduce ideas e imágenes de otros poetas, y forma parte de una tradición […] Se puede escribir un poema sobre cualquier tema, pero mis temas principales son el amor, la guerra y Dios”.

El padre de Indran Amirthanayagam también fue poeta, uno incluso que tuvo amistan con Allen Ginsberg. Indran conoció al autor beat con tan sólo 17 años. Lo influenció, lo ayudó con sus primeros poemas. Por eso él mismo se considera un poeta beat, pero con interés en la métrica.

Así mismo, Indran Amirthanayagam indicó que el amor es un antídoto ante la violencia, ante la desesperación y la soledad.

“La vida a veces es una batalla contra la soledad, por eso practico el caminar todos los días, caminar para liberar endorfinas, para estar bien. El ritmo del caminar es el ritmo con el que escribo mis poemas”.

El lenguaje le parece vital. Este debe ser inteligible y accesible, símil a la imagen del periodismo. Mientras que ve al poema como una llamada a la acción, a la salvación de uno mismo y de su pueblo. Es consciente de que el poeta puede tener un rol privado, de un explorador encargado de explorar la música que habita en cada célula del corazón, pero también incursiona en el trabajo social y político, donde puede llamar la atención sobre los grandes desastres que se viven hoy en día.

“Hay que llamar al horror, buscar palabras para describir el horror de la guerra. No hay guerras que no merecen ser denunciadas, denunciadas en poemas. El poema es, últimamente, un acto de derecho civil, de derecho humano. El derecho de hablar, el derecho de describir, de decir la verdad y de denunciar la maldad”.

En la actualidad se encuentra escribiendo un libro titulado Elegía para la familia extendida, donde apunta que cuando muere un niño en Gaza, muere también el suyo. Para él, los seres humanos se encuentran en una misma familia. Acepta que es su postura política y con ella pretende escribir poemas, decir que Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, es un criminal que debe ser juzgado, al igual que los criminales de Hezbolá, el grupo terrorista libanés.

“Nunca en la historia del ser humano hemos visto un horror a ese nivel. En Gaza hay una destrucción absoluta, absoluta. Todas las universidades, edificios de departamentos, hospitales, todo. Un poeta debe llamar la atención a esto, aun si los poemas parece que no sirven para nada. Sí sirven, por lo menos para la liberación de endorfinas y para decir que yo no mantuve mi silencio ante esos horrores, yo hablé”.

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