Es una de las canciones que me recuerdan a mi infancia: “Oh magia blanca, magia blanca que me embrujó… Magia blanca tienes tú, me haces llorar con tu castigar… Túruruwa…” se escuchaba en aquel patio de casa de mis papás, en una de las tantísimas noches bohemias que organizaban cada fin de semana.
Todos los invitados encantados, cantando a todo pulmón Magia blanca, exitazo de los Hermanos Carrión que todo mundo se sabe… por lo menos la parte del coro que es muy pegajoso: “túruruwa… tururururururu wa wa…” En esa parte, el que no cante es por sangrón, la verdad sea dicha.
La letra —el mismo título— de esta canción hace referencia a la magia blanca de la muchacha que enamoró a quien la canta: “una linda mujer divina, llena de encantos mil”. Lo embrujó con sus encantos, no porque fuera una bruja, y el que escribió la letra tuvo mucho cuidado de referirse a la magia blanca, que se supone que es la inofensiva, la de las brujas buenas… porque la magia negra, en cambio, ¡esa sí es de las malas! Las que practican estas actividades de magia —buena y mala— son las brujas y los brujos, estos personajes que son muy vistos en la época de Halloween, que, de hecho, en español nos referimos a la “noche de brujas”.
Son seres hechiceros con poderes mágicos, que —según el Diccionario de la Real Academia— los obtuvieron del diablo… ¡Ay nanita! El hechicero es el que practica la hechicería — n’hombre ¿en serio?— y te hace un hechizo para lograr ciertos fines.
Se dice que lo correcto es “practicar un hechizo”, porque “hacer un hechizo” resulta ser una frase redundante, ya que la raíz es la misma: facere que significa “hacer”. Un hechizo es también algo fingido, artificial, que no es natural… como el embrujo de la muchacha de la canción del principio, aunque la chica asegure que todo eso es “naturalito, naturalito”.
En México también decimos que un producto hecho a mano es hechizo, y muchas veces, no está muy bien hecho. Y me devuelvo un poco al tema de las brujas y brujos para hablarle de la palabra “aquelarre”. ¿La conoce usted? Es una palabra que algunos comentaristas y locutores han puesto de moda, pero no estoy seguro de que sepan bien a bien su significado.
Le diré que el aquelarre es una reunión de éstos —brujos y brujas— supuestamente con la intervención especial del mismísimo chamuco —el diablo— para tratar temas especialmente relevantes para el gremio de los seres malignos, como quién será su nuevo proveedor de escobas y el actual precio del azufre. Curiosamente, la palabra aquelarre proviene del vasco: larre, que significa “prado”, “campo”; y aker, que es el “macho cabrío”.
O sea que, literalmente, estamos hablando del campo de alguien muy cabr… cabrío. Así existen muchas palabras de hechiceros, magos, brujos y demás, pero se las platico en la próxima porque hoy el espacio se ha terminado.
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] X: @donjuanrecaredo
ME PREGUNTA Mayela Chapa: ¿Qué es un oráculo y si es correcto escribirlo sin acento?
LE RESPONDO: Primeramente, Narce, la palabra “oráculo” lleva tilde, y es muy importante ponérsela porque, de otra manera, le darías un sentido muy diferente a la palabra. El oráculo es la respuesta a una consulta que se le hace a los dioses.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana… Es obvio que esa casa está embrujada.