Ahora ya no tanto, pero hace algún tiempo en todas las casas era muy normal que hubiera una bolsa con cal con el consecuente peligro de que algún chamaco travieso agarrara el polvo y se quemara las manos. Porque debo decirle que la cal “viva” produce graves escoriaciones en la piel y que al contacto con el agua, desprende una gran cantidad de calor.
Uno de los usos domésticos más frecuentes de la cal era el de hacer las mexicanísimas tortillas de maíz. El maíz se ponía a cocer en agua de cal y se inflaba y se suavizaba. Así tratado el maicito pasaba a ser “nixtamal” el cual al molerse produce la masa para hacer las tortillas. Ahora ya casi nadie se mete en el trabajo de hacer todo el proceso porque es más fácil conseguir la masa en polvo convertida en harina de maíz.
Como prácticamente todos sabemos, la cal es un polvo blanco que posee múltiples propiedades por lo que tiene una gran diversidad de aplicaciones en la industria agrícola, la de los alimentos y la de la construcción.
Combinando cal con arena se produce un mortero o mezcla útil para la construcción. De ahí surge el dicho “una de cal por las que van de arena”, porque al hacer la mezcla hay que poner una palada de cal por varias de arena, pero el dicho se refiere a que si me han tocado varios hechos desfavorables, cuando me llega uno bueno, digo: “¡Vaya! ¡Una de cal por las que van de arena!” O sea, hasta que me tocó una buena después de todas las malas que he tenido que soportar.
Otro dicho en el que se menciona la cal se aplica cuando alguien se encierra donde nadie puede entrar y se dice que se encerró “a cal y canto” que es equivalente a decir “a piedra y lodo”, aclarando que el canto no es solamente la acción y efecto de entonar una canción, sino que es un trozo de piedra, así que una construcción hecha “a cal y canto” es difícil de derrumbar.
Químicamente la cal es óxido de calcio y se ha usado desde los tiempos más remotos como conglomerante en la construcción y también para “encalar” muros y fachadas de casas y edificios.
En la historia de Inglaterra se cuenta que en los inicios del reinado de Enrique III, la marina inglesa se enfrentó al ejército francés que pretendía invadirlos. El general D’Albiney, comandante del ejército inglés usó una estratagema que fue determinante para obtener el triunfo.
Teniendo el viento a su favor atacó con violencia a los franceses y les arrojó a la cara una gran cantidad de cal viva que llevaba a bordo con ese propósito. Con eso los dejó ciegos y así quedaron totalmente incapacitados para defenderse.
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ME PREGUNTA Martha Díaz: Algunos dicen: “Te envío el documento a la brevedad…” y yo creo que lo correcto es decir “a la mayor brevedad posible”. ¿Estoy en lo correcto?
LE RESPONDO: La expresión adecuada es “… a la mayor brevedad posible” que significa “…en el menor tiempo posible”.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Nunca prediques porque tienes que decir algo, sino porque tienes algo que decir.