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CARLOS ELIZONDO

ÁTICO

Morena ha hecho al vapor la reforma al Poder Judicial más ambiciosa, sin entender bien sus consecuencias.

Morena ya estrenó su aplanadora. Veremos si los senadores de oposición aguantan. Pero de no resistir, tendrá sus instituciones. De entrada, su Poder Judicial.

Morena ya estrenó su aplanadora. Veremos si los senadores de oposición aguantan. Pero de no resistir, tendrá sus instituciones. De entrada, su Poder Judicial.

Muchos están felices. En la lógica marxista, las instituciones del Estado están al servicio de los intereses de los capitalistas. Gracias a esta reforma, la oligarquía ya no tendrá quién la proteja. Tampoco el resto de la ciudadanía, salvo si son cercanos a Morena. Nadie se sorprenda si la inversión privada se estanca.

Ya tenemos una ministra del pueblo. Lenia Batres, como la denominó AMLO. Pronto todos los impartidores de justicia lo serán. No importará la trayectoria profesional, los conocimientos, la probidad, sólo la lealtad con Morena. Siendo el pueblo difuso y desorganizado, sus intereses los definen quienes tienen el poder y hablan en su nombre.

En la mañanera del 5 de julio, AMLO afirmó que, antes de la llegada de los españoles, "aquí no había avaricia". Pero en México hoy lo que sobra es ansia de poder y lucro. Los políticos de Morena son políticos mexicanos. Se comportan igual que los del pasado. En muchos casos son los mismos, sólo cambiaron de camiseta.

Han hecho al vapor la reforma al Poder Judicial más ambiciosa de nuestra historia, sin entender bien los costos de la transición y sus consecuencias. No hubo debate. Hubo arengas. No importa si funciona. Importa que podrán controlar a todos los juzgadores porque con el Tribunal de Disciplina Judicial, propuesto en la reforma, podrán investigar y sancionar "a ministros, magistrados, jueces y personal judicial por actos contrarios (...) al interés público...". Por las prisas, pareciera que el 1º de octubre asumirá el cargo un Presidente de la oposición.

Tener todo el poder está lejos de ser la solución a los problemas del país. México no es Singapur, ni Morena es un partido preocupado por el desarrollo del país. Entre más concentra el poder, más lejos suele terminar la izquierda latinoamericana de su promesa de construir sociedades más prósperas y justas.

En Venezuela, por ejemplo, el fracaso económico ha sido monumental. Su economía hoy es poco más que el 20 por ciento de lo que fue en su pico, en 2004. Cerca del 27 por ciento de su población, unos 7.7 millones de personas, ha emigrado del país como respuesta a este colapso económico sin precedentes. Para quienes gobiernan, el modelo ha sido un éxito. Siguen en el poder y han cosechado sus beneficios. Con el control de todas las instituciones, el voto ya no importa. Recién se constató. Los empresarios saben que no se pueden enfrentar al gobierno. Quienes emigran, y son sobre todo los jóvenes, ya no protestan.

Sin contrapesos independientes no importa ser corrupto, mientras haya lealtad. Esto erosiona la capacidad de implementar con éxito un programa de gobierno. Las mentiras que dice el jefe se vuelven la verdad oficial. Ya no hay métricas para evaluar los resultados, ni oposición para visibilizar los errores ante la sociedad.

Como se ve en la reforma judicial, en Morena no les importa la capacidad técnica en la administración pública. El Insabi era una ocurrencia. Dirigido por alguien sin experiencia ni formación, el desenlace era previsible. Incluso AMLO, renuente a reconocer errores, terminó por cerrarlo.

La ideología y la falta de pluralidad en las decisiones impiden ver problemas elementales. Pemex puede arrastrar hasta un profundo pozo a las finanzas públicas del país. Sheinbaum ha dicho que Pemex generará recursos para estabilizar sus finanzas desarrollando litio y energías limpias. Pero Pemex solamente gana dinero en exploración y producción, y ni siquiera siempre. En cualquier otra actividad pierde.

No sé por cuánto tiempo seguirán culpando al pasado de los problemas actuales. Tampoco por cuánto tiempo les seguirá creyendo la gente, pero la decisión de tener sus instituciones los hará plenamente responsables de su funcionamiento.

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