Leche cruda, la obsesión de la 'guerra cultural' en Estados Unidos
En días recientes, autoridades sanitarias del estado de California en Estados Unidos confirmaron la detección de gripe aviar en leche bronca proveniente de una franja en el condado de Fresno. El lote fue identificado y voluntariamente retirado por la compañía.
Tras ello vinieron las alertas de las autoridades a los consumidores para evitar consumir este tipo de leche y regresar todos los productos que pudieran pertenecer al lote para un reembolso.
En cambio, para los productos de leche pasteurizada se anunció que es segura para su consumo y no se han reportado enfermedades en conexión al lote contaminado.
Sin embargo, el panorama en redes sociales aparenta que la leche bronca o cruda, es decir aquella que no ha sido pasteurizada, es un alimento muy popular con publicaciones de personas ya sea tomando leche o incluso comiendo productos como queso y mantequilla también sin pasteurizar, todo ello recibiendo cientos de reacciones.
El consumo de leche bronca se ha vuelto una nueva expresión de los influencers, principalmente de la derecha. En especial con el triunfo de Donald Trump en la elección presidencial y la propuesta del político antivacunas Robert F. Kennedy Jr. como el próximo jefe del Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Kennedy Jr. compartió en redes sociales que planea acabar con “la guerra” de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) contra la salud pública.
El principal regulador de alimentos y medicinas de Estados Unidos, que durante la pandemia sirvió para validar las vacunas contra el covid-19, ha sido duramente criticado por el político que ya anunció todos los tratamientos y productos a los que permitirá su uso “cualquier cosa que avance la salud humana y no pueda ser patentado por las farmacéuticas”.
Además de la leche bronca, mencionó la ivermectina y la hidroxicloroquina las cuales fueron ampliamente rechazadas durante la pandemia, el primero por ser un medicamento de uso veterinario y el segundo por tratarse de cloro, lo que lo hacía tóxico.
Sin embargo, ¿Cuál es la realidad?
Si bien se ha destacado que la leche es un alimento rico en proteína, grasas, carbohidratos, minerales y vitaminas; se entiende su origen como parte de una secreción natural de las glándulas mamarias de mamíferos como vacas, ovejas y cabras por lo que como sus derivados se encuentra expuesta a servir de vehículo para la multiplicación de microorganismos patógenos que pueden ser un problema de salud pública y para el consumidor.
Un ejemplo de lo que puede contener en un inicio, se encuentra documentado en el Manual de normas de control de calidad de leche cruda emitido por la desaparecida Secretaría de Desarrollo Social y Liconsa, donde en su apartado para asegurar la conservación de la leche cruda incluye de entrada dos procedimientos para retirar impurezas.
Uno es el proceso de filtración para eliminar impurezas visibles como insectos, cabellos y partículas vegetales que pudieran caer; seguido del de clarificación donde se depura de otras impurezas como tierra, pelo, leucocitos, bacterias de mayor tamaño, células de la ubre de la vaca y otros que se introducen durante y después de la ordeña.
La FDA en mayo pasado publicó un artículo advirtiendo que por su consumo en Estados Unidos ha habido 202 brotes de enfermedades relacionados al consumo de leche bronca que en un periodo de 20 años causó miles de enfermedades y 228 hospitalizaciones.
Se estima que en Estados Unidos, hasta 2017, un 5 % de la población consumía productos lácteos sin pasteurizar.
Ya que al no estar pasteurizada para eliminar microorganismos dañinos puede contener salmonela, E. colli, listeria, campylobacter y otros, derivando incluso en intoxicaciones.
Por otra parte, parte de la publicidad que recibe la leche bronca de ser buena para el estómago, es aceptada ya que contiene muchas bacterias y microbios activos que pueden beneficiar al sistema digestivo, pero a su vez, está el peligro de que contenga otras como las ya mencionadas que pueden enfermar al consumidor.
Para eso se recomienda mejor consumir alimentos altos en fibra o probióticos como el yogur.
Es por ello que en todo el mundo existen prácticas higiénico-sanitarias para ordeñar la leche garantizando su composición y reduciendo el riesgo de contaminación.
Factores como la refrigeración, la evaluación de su calidad con exámenes microbiológicos garantizan la identificación de productores con buenas prácticas quienes a su vez deben garantizar siempre que las vacas se mantengan saludables; se higienicen y sanitizen las instalaciones así como los equipos para su ordeña; los centros de acopio cuenten con sistemas modernizados para su transporte y almacenamiento así como un control adecuado con análisis.