La agricultura es clave para el presente y futuro de México. No es sólo un reto interno. El acceso a los mercados estadounidense y canadiense es fundamental para el bienestar de productores y consumidores, así como para la viabilidad de los grandes agricultores, los medianos y pequeños productores mexicanos. El campo mexicano y el sector agropecuario requieren urgentemente una transformación profunda ante los enormes retos de la pobreza, la sequía, la desertificación, los impactos del cambio climático, las dificultades para acceder a créditos, la falta de semillas y la compra y distribución oportuna de fertilizantes. Máxime si los objetivos de la administración federal entrante van a continuar siendo mejorar las condiciones de vida de millones de campesinos, jornaleros y trabajadores del campo y lograr la autosuficiencia alimentaria.
México es el noveno país productor y séptimo exportador de alimentos del mundo, con una producción anual de 300 millones de toneladas y ventas al exterior por 28 mil millones de dólares. Necesitamos transitar de una agricultura industrializada y de temporal a una agricultura más moderna, equilibrada, sostenible y ecológica, con políticas públicas pragmáticas, incluyentes y eficaces. Requerimos más investigación científica e innovación tecnológica para incrementar la productividad y rentabilidad, elevar el nivel de participación de jóvenes en la producción y tecnificación del campo, en los servicios de almacenaje y logística, sin dejar de aprovechar las ventajas comparativas que ofrecen los intercambios comerciales.
El comercio del maíz transgénico es, desde 2023, un asunto contencioso con nuestros socios y vecinos. El gobierno mexicano mantiene su intención de prohibir la importación de maíz transgénico para consumo humano, mediante un decreto modificatorio que establece su eliminación gradual, argumentando preocupaciones de fondo sobre la protección de la salud, la biodiversidad, el medio ambiente y el patrimonio biocultural de los maíces originarios. Somos la nación con el mayor consumo de maíz en el mundo y centro de origen y diversificación. Estados Unidos, uno de los mayores exportadores de maíz a México, considera esta prohibición una medida violatoria de las normas del T-MEC y alega que el gobierno mexicano no está tomando en cuenta las evidencias científicas relevantes, ni las recomendaciones pertinentes de organizaciones internacionales.
El asunto se dirime en uno de los paneles de resolución de controversias del tratado. La semana pasada las partes volvieron a exponer sus argumentos, alegatos y medidas. Ante una caída en la producción nacional de maíz amarillo, las importaciones de Estados Unidos alcanzarán este año los 5,900 millones de dólares, con la compra de 400 mil toneladas para cubrir las necesidades nacionales. Seguimos siendo autosuficientes en la producción de maíz blanco. Sin embargo, está pendiente actualizar una norma oficial mexicana para regular las especificaciones sanitarias y los métodos de prueba de productos y servicios relacionados con masa, tortillas, tostadas y harinas de maíz preparadas.
Esta controversia será importantísima para el gobierno entrante respecto del proceso de revisión, que no renegociación, del T-MEC en 2026. Desde ahora es una de las prioridades de Julio Berdegué, el Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural designado por la Presidenta Sheinbaum. El fallo del panel se conocerá hasta noviembre, después de las elecciones estadounidenses, pero su implementación podría afectar negativamente a los agricultores y productores de los tres países, exacerbar las disputas comerciales y afectar nuestros principales productos agropecuarios de exportación, con inspecciones, restricciones y certificaciones fitosanitarias adicionales. Ingenuo pensar, que continuarán sin problemas las importaciones de maíz amarillo transgénico para consumo animal y uso industrial. Llegará el día en que Washington deje de ser permisivo a cambio de la cooperación de México en temas migratorios y fronterizos.
Son tiempos de definiciones estratégicas para el agro mexicano ya que importaremos más de lo que producimos. Habrá una contracción del 3% en el PIB agropecuario, acompañada de un alza en los precios de los alimentos hasta 2025. Será necesario poner orden en los mercados y mejorar las cadenas de valor, ante una menor siembra y el desastre de SEGALMEX en el manejo de los programas de comercialización, la agricultura por contrato, la cobertura y los precios de garantía, abandonados irresponsablemente en medio de una corrupción rampante e impune.
El cambio climático ha complicado las condiciones en las que se producen alimentos en México y en el mundo. Las cosechas enfrentan retos por la grave alteración de los ciclos de lluvias, sequías, agotamiento de suelos y golpes extremos de calor o frio. Si el 75% del agua se destina a la producción alimentaria y más de la mitad se desperdicia, es perentorio el Plan Hídrico Nacional y concluir el proceso legislativo para promulgar la Ley General de Aguas, mandatado por la Suprema Corte. Necesitamos producir más e importar menos, pero las condiciones son desfavorables. En el ciclo otoño invierno el país enfrentará bajas cosechas, por lo que, por ejemplo, será necesario aumentar las importaciones de frijol en un 98% para cubrir la demanda del mercado interno. Ante la caída en la zafra y la producción de azúcar, las importaciones batirán récord para llegar a 510 mil toneladas. México se mantendrá como el principal socio comercial agroalimentario de EUA; primer destino de sus exportaciones de maíz, soya, carne de cerdo, trigo, fructosa, carne de bovino y queso, entre otros productos.
Finalmente, no podemos ignorar el factor de riesgo por la violencia y las extorsiones de las organizaciones criminales en el agro mexicano, como quedó de manifiesto con la reciente suspensión temporal de las exportaciones de aguacate y mango de Michoacán.
@JAlvarezFuentes
