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México, migrantes y Trump

MAURICIO FARAH

Donald Trump, proclive al espectáculo, ha hecho cuatro anuncios sobre migración, todos, desde luego, sonoros y vistosos: llevará a cabo el programa de deportación masiva "más grande de la historia", y lo hará "desde el primer minuto", para lo cual decretará "emergencia nacional" y utilizará al ejército.

En su visión de sí mismo, todo cuanto hace es "histórico"; recurre a la "emergencia nacional" para subrayar la gravedad de la amenaza, y de paso quitarse de encima burocracia y frenos legales, en tanto que incluye al ejército para invocar el poder militar, siempre llamativo. Una arremetida verbal para generar preocupación, miedo y alarma en los migrantes.

En su primera presidencia, también anunció algo similar, pero sólo deportó a 936 mil, menos de la tercera parte de lo previsto.

En aquella campaña dijo que construiría el muro que faltaba (dos mil kilómetros), pero luego afirmó que solo mil, porque del resto "se encargaba la naturaleza". Al final solo construyó 727 kilómetros, según datos de su gobierno, la mayoría sustituciones o reparaciones de tramos ya existentes, así que en realidad sólo aumentó la extensión del muro en 129 kilómetros, 12 por ciento de lo prometido. Y México no lo pagó.

Si Trump cumpliera todo lo que anuncia en migración ahora, sus acciones representarían un gran desafío para nuestro país, pero también podrían ser contraproducentes para el suyo.

Entre otras cosas, ha hablado de llevar a cabo "un millón de deportaciones" por año, cuatro millones en total, lo que puede ser inviable e incluso inconveniente para Estados Unidos. Si alcanzara la meta el primer año, la carencia repentina de tal fuerza de trabajo significaría un duro golpe para la economía, y es posible que su continuidad ya no fuera sostenible para el segundo.

No obstante, para Trump los migrantes son una oportunidad para mostrarse intrépido y patriota. Por eso los describe como una irrupción de criminales y perturbados que quieren acabar con EU. Este combate retórico, y a veces en los hechos, le ha significado grandes dividendos, pues le permite presentarse como el Salvador, lo que podría reducirse a una estrategia de popularidad, si no fuera porque puede llevarlo a obstinarse en el cumplimiento de sus promesas.

Al margen de la magnitud de las acciones de deportación, México deberá realizar un eficaz esfuerzo humanitario y administrativo para recibir a personas y familias deportadas y ayudarlas a su reinserción social, lo que se complicaría, si EU pretendiera enviar para acá también a migrantes de otras naciones.

Finalmente, Trump usa la migración como herramienta de presión, por lo que suele mezclarla con la seguridad, el narcotráfico o la relación comercial, según convenga, en cuyo caso la retórica del aumento en el control de la frontera y de las deportaciones le serviría más como amenaza que como acción consumada.

Otras supuestas acciones en contra de migrantes dan una idea de la medida de sus obsesiones: deportación de niños de padres indocumentados nacidos en EU; despojo de la ciudadanía a estadounidenses migrantes, y cancelación del derecho de ciudadanía por nacimiento, protegido por la 14ª Enmienda de la Constitución.

Como en otros ámbitos, la segunda presidencia de Donald Trump en materia migratoria se prevé compleja y riesgosa, por lo que México debe estar preparado para resolverla. No será fácil, pero hay en el país experiencia diplomática y técnica para lograrlo.

@mfarahg

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