FOTOS: Ramón Sotomayor
Hace un mes salió de Beirut, pues la violencia ha alcanzado a Líbano tras la guerra en Medio Oriente. Para la artista visual Mountaha Chouity Saikaly no fue fácil dejar atrás la tierra que la vio nacer, a sus amigos, a sus familiares, a una de sus hijas. Por eso se le entrecorta la voz y deja correr algunas lágrimas al empezar su relato en un domicilio de la colonia Torreón Jardín, mientras muestra un video que le han mandado por WhatsApp donde un misil cae en pleno corazón de la capital libanesa.
Para colmo, el periplo tampoco fue amable con ella. El primer vuelo de Air France la dejó en el Aeropuerto Internacional Rafic Hariri. Fue su amiga, la gestora cultural Imelda Widen, quien marcó a la aerolínea libanesa Middle East, y así lograron sacarla de Líbano a Alemania, luego a Países Bajos, luego a Ciudad de México, para finalmente, tras más de 72 horas de viaje, aterrizar en La Laguna.
“El viaje duró tres días, fue terrible. Incluso tengo una foto durmiendo en el aeropuerto. Por menos de 15 minutos perdí (el primer) avión. El avión estaba afuera, pero la puerta se cerro. No pudieron abrirla y dormí en el aeropuerto. Estaba llorando porque perdí el otro vuelo. Entonces ella (Imelda Widen) compró otro boleto y al otro día también tuve que dormir en el aeropuerto. ¡Fueron nueve horas para alcanzar el otro avión! Terrible. Llegué a Torreón y dormí 20 horas aquí”.
Desde septiembre pasado, Israel inició una ofensiva contra Hezbolá, el partido político y grupo paramilitar musulmán chií libanés. No es el primer conflicto bélico que Mountaha Chouity Saikaly ha visto con sus propios ojos. Vivió la Guerra Civil Libanesa (1975-1990) y la Guerra del Líbano (1982), cuando Israel invadió por primera vez a aquel país.
Pero la artista no quiere hablar de guerras, dice que su nación puede ofrecer más que las terribles noticias de bombas chocando contra edificios o las frías cifras de muertos y heridos que encabezan los diarios en todo el mundo. Se siente triste, sí, pero afortunada, pues sabe que otros de sus compatriotas no han corrido con su misma suerte.
“Quiero mostrar que mi país no es sólo guerra. Deseo que muy pronto la guerra termine y la gente en Líbano pueda estar en paz”.
Recorrido de una artista
Empezó a pintar con tan sólo siete años de edad. Su padre solía ayudarle, le llevaba lápiz y papel. En la escuela, Mountaha Chouity Saikaly siempre conseguía las mejores calificaciones en dibujo y pintura. Más tarde se dedicó a sus estudios, obtuvo su licenciatura y trabajó como secretaria para Middle East Airlines. Luego se casó, y tuvo una gran familia con tres hijos. Sin embargo, su esposo murió muy joven, cuando su hijo mayor tenía apenas ocho años y ella 40. Tuvo que dejar su hobby, sus sueños y trabajar para mantener y sacar adelante a los suyos. No había tiempo para más.
Cuando sus hijos crecieron y pudieron dejar el nido, Mountaha se dio cuenta de que tenía que volver al arte. El llamado del pincel y del lienzo inquietaban a su ímpetu creativo. Tenía entre 58 y 59 años de edad cuando tomó la decisión. Hoy la creación artística la define, es miembro de un sindicato de artesanos libaneses, del grupo Vestiges d’Orient y sus obras han recorrido el mundo: Kuwait, Qatar, Estados Unidos, Canadá, Suiza y otros rincones de Europa.
“Cuando empiezo a pintar, por ejemplo, una aldea en nuestro país, miro. Tienes que tener algo en tu mente. A veces tengo una imagen, pero cuando la empiezo a pintar la olvido. Olvido todo, pero sigo conforme avanza la pintura. A través de la casa, la aldea, el árbol, las escaleras, un hombre viejo… así voy a través de la pintura”.
A través de su sensibilidad, Mountaha Chouity Saikaly pinta caballos, casas antiguas, paisajes. Aclara que Líbano no sólo es desierto, sino que en su país convergen todos los paisajes posibles, por eso la llaman la “Suiza de Árabia”.
“Una vez hice una exposición en Suiza. Entonces, uno de los chicos suizos me compró una gran pintura, y me sorprendió. Me preguntó: ‘Dígame, ¿esto es Líbano? Es que Líbano es un desierto’. Le dije: ‘No, no, Líbano tiene todo’. Líbano es la Suiza Árabe. La mayoría de los países, árabes y europeos adoran a Líbano porque tenemos todas las estaciones y el clima es muy agradable. En media hora puedes ir a la montaña, a hacer esquí, y luego ir a la playa, donde puedes nadar”.
Hablar de su país le emociona. En su rostro se traza un semblante de orgullo, quizá con un halo de nostalgia de Archafrieh, su barrio natal en Beirut. En sus esculturas y pinturas que logró traer a México se observan elementos como el tarbush, un sombrero tradicional; la parrilla libanesa, llena de vegetales y carnes; el arak, la bebida alcohólica producida en el Levante mediterráneo; el shawarma, un platillo típico de la gastronomía de Medio Oriente, y por supuesto, la bandera de Líbano, su país, con el cedro verde ondeando al centro.
“Yo pertenezco a ella. Yo pertenezco a mi familia. Esta es mi familia. Esta es mi casa”.
Mountaha Chouity Saikaly espera encontrarse con más libaneses en La Laguna, mostrar sus creaciones y compartir su cultura con la región.
“No he visto a un sólo libanés. Me gustaría poder ver a alguno, porque lo que traigo aquí concierne a la comunidad libanesa”.