La misericordia del Señor es infinita.
Hizo al sol para que pudiera haber girasoles.
Hizo la Tierra para que el avestruz tuviera dónde meter la cabeza.
Hizo a los perros para que las pulguitas pudieran tener casa.
Hizo las rosas y las golondrinas para que pudiera haber poetas.
Hizo los crepúsculos para que pudiera haber pintores.
Hizo el cielo para que pudiera haber filósofos.
Hizo a la mujer para que pudiera existir la belleza.
El Espíritu le preguntó al Señor:
-Y ¿para qué te hiciste tú?
Le respondió:
-Para que hubiera amor.