Este amigo mío con el que tomo la copa -varias- los martes por la noche tiene rarezas que no dudo en calificar de raras.
Le preguntan, por ejemplo, cuántos años tiene y responde:
-No sé.
-¿Cómo que no sabes?
-No sé. Puedo decirte los años que no tengo. Son los que he cumplido, y que se fueron ya. Los que tengo, los que me quedan, ésos no sé cuántos son.
Temo hacerle preguntas a mi amigo porque en sus respuestas siempre dice la verdad. La saca del fondo de su vaso. Se aparta así de la mentira, que pertenece al campo de la sobriedad.
En vez de preguntas le propongo brindis.
-Por la verdad -le digo.
-Por ella -me responde-, aunque carezca de imaginación.
¡Hasta mañana!...