La noche es potrereña, según se dice por acá.
Eso significa que es fresca sin llegar a fría, con cielo limpio que permite ver la luna y las estrellas.
En la cocina de la casa del rancho hemos gozado los sencillos pero sabrosos condumios de la cena. Ahora las señoras beben un té de yerbanís, y los señores una copa de mezcal.
Don Abundo relata uno de los hechos de doña Rosa, su mujer. -Se acostaba siempre antes que yo, y me decía.
“Ya que andas parado tráeme un vaso de agua”. O: “Ya que andas parado tráeme mis pastillas”. O: “Ya que andas parado tráeme el bicarbonato”.
Y así todas las noches. Cansado de eso una noche entré a gatas a la recámara.
Me dijo: “Ya que andas a gatas tráeme la bacinica”. Reímos todos, menos doña Rosa.
Ella se atufa y masculla con enojo: -Viejo hablador.
Don Abundio figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura: -Por ésta.
¡Hasta mañana!...