Siento amor por los añosos muebles de la casa del Potrero.
Cuando la noche es más noche, y nadie nos ve ni nos escucha, me cuentan sus cosas.
La castaña -así se llama acá el arcón de tapa combame dice de doña Mariquita de la Peña y Peña, que murió virgen después de que su prometido fue asaltado y muerto por ladrones cuando venía a desposarla. En el baúl se guardan todavía el vestido de novia de la infeliz doncella y las sábanas que tenía preparadas para su lecho de casada.
El escritorio de cortina me habla de don Miguel Valdez y Dávila. Decepcionado del mundo y de la vida se suicidó de un balazo en el corazón. Dejó en el escritorio un recado que decía: “Cúlpese a todos de mi muerte”.
Recojo las memorias de los antiguos muebles y las guardo para que no se pierdan. ¿Hablarán alguna vez de mí? Quién sabe. El otro día pasé frente al espejo de tres lunas del ropero y no me reflejó.
¡Hasta mañana!...