EDITORIAL Caricatura Editorial Columnas editorial editoriales

Columnas

Mundo Trump

JORGE VOLPI

El primero, un criminal convicto; el segundo, un anciano desarticulado y achacoso. Después del primer debate, las caricaturas que desde hace meses circulan sobre los dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos se acercan angustiosamente a lo real. Sin duda, algo tiene que estar muy torcido para que Donald Trump y Joe Biden, el primero de 78 años y el segundo de 81, se hayan convertido en las únicas opciones de sus respectivos partidos. Nunca la decadencia del Imperio Americano se había revelado tan evidente: el enfrentamiento ocurre entre alguien que se ha valido de todas las estratagemas posibles para destruir la democracia estadounidense desde adentro y quien ha intentado frenarlo hasta el límite de sus fuerzas.

Si alguien que no ha hecho otra cosa que mentir de manera flagrante y sistemática desde el inicio de su carrera, dispuesto a cometer decenas de delitos en el camino para alcanzar y retener el poder, y a quien ya un jurado popular ha encontrado culpable de hacer justamente eso -no tanto de tener relaciones sexuales con una actriz porno como de obstinarse en negarlo y ocultarlo-, continúa siendo el favorito para volver a la Casa Blanca, es porque nadie encarna mejor el aciago espíritu de nuestra época. Siguiendo el camino abierto por Berlusconi, Trump es el emblema de una era dominada por la pasión en detrimento de la razón y por el cinismo frente a cualquier ansia de verdad.

El espectáculo de este jueves es una metáfora perfecta de lo que ocurre no solo en Estados Unidos, sino en la mayor parte del planeta: hemos presenciado la desasosegante y desigual batalla entre quien está determinado a subvertir el Estado de derecho y a repetir una y otra vez las mismas falsedades -consciente de que tanto sus seguidores como sus detractores saben que lo son-, y quien, a fin de resistirlo, no hace sino balbucear. Mientras Trump, bien ejercitado y preparado, siempre sibilino, conservaba un porte más o menos firme y presidencial al tiempo que engañaba con descaro, un trastabillante Biden se esforzaba por articular una sola frase que mostrara la malévola naturaleza de su rival. De un lado, la ominosa eficacia de la tiranía; del otro, la fragilidad senil de la democracia.

El resultado no podría haber sido peor, no solo para los demócratas estadounidenses, sino para los del planeta en su conjunto. El mayor argumento esgrimido por los populistas -la eficiencia del autoritarismo para resolver los problemas cotidianos de la gente- pareció quedar demostrado: ¿quién puede pensar que alguien que yerra, tropieza y musita vaya a ser capaz de mejorar la economía o de tener una mano firme contra los supuestos peligros de la migración? Si algo ha caracterizado a los déspotas a lo largo de la historia ha sido su condición de "hombres fuertes": justo aquellos a quienes nada les importa con tal de conseguir sus fines.

No es otra la razón de que en tantos lugares -de Rusia a Hungría, de Turquía a la India, de El Salvador a Argentina- la democracia se encoja cada vez. Se la percibe justo como ayer vimos a Biden: añosa y débil, en el mejor de los casos dotada de buenas intenciones, pero a fin de cuentas incapaz de entusiasmar a nadie y, menos aún, de aplacar la furia. La humanidad nunca había vivido tiempos de mayor libertad y prosperidad y, paradójicamente, nunca tantos ciudadanos se habían mostrado tan iracundos y rabiosos: solo en este caldo de cultivo, acendrado por estos líderes sin escrúpulos y la polarización de las redes, habrían podido nacer tantos liderazgos como el suyo.

Nunca, desde el ascenso del fascismo y el nazismo en las primeras décadas del siglo XX, el mundo se había enfrentado a una amenaza semejante. La vemos acercarse día con día, tan apelmazados y agotados como los habitantes de la República de Weimar o la Italia anterior a Mussolini, torpemente confiados en que de una manera u otra los tiranos habrás de moderarse. Si Trump 1.0 casi destruye la democracia más antigua del orbe, no debemos dudar que Trump 2.0, ya sin freno, acabará la tarea y se llevará a la humanidad en el camino.

@jvolpi

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en: columnas editorial

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2306682

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx