No sé si hayas estado en esta disyuntiva: adquirir algo muy o medianamente oneroso que lo consumirás en unos minutos o preferir gastar tus recursos en algo que permanezca en el tiempo.
Por ejemplo: gastar en un traje fino o en un coche (que de alguna manera permanecerán ahí) o gastar en un viaje o en un concierto que durará una noche o unos días. ¡Eh ahí el dilema! Los antiguos griegos se inclinarían definitivamente por lo efímero. La música, la danza, la poseía.
Los renacentistas como Leonardo da Vinci, se inclinarían por aquello que permanece, como la pintura o la escultura. Sin embargo, y pese a su menosprecio por la música, da Vinci era un excelente músico y constructor de instrumentos. Su camino eran las matemáticas, al fin la música es eso. De entre todas sus creaciones destaca poderosamente la Viola Organista. Se trata de un instrumento que tiene la apariencia de un piano, pero que suena como un ensamble de violas y cellos. Éste instrumento existió solamente en la mente de Leonardo y en unos 30 bocetos en sus famosos cuadernos de notas, más específicamente en los dibujos del Códice Atlántico.
La viola organista consiste en una estructura de ruedas movidas por engranes que hacen vibrar cuerdas de forma individual de la misma manera en la que se hace con un violín. Las notas se van formando no con los dedos, sino con el accionar de cada una de las teclas. Da Vinci tomaría el principio de un instrumento más antiguo: La zanfona que también basa su funcionamiento en el frotar de una cuerda sobra una rueda giratoria. Sin embargo, la innovación de Leonardo fue que a diferencia de la zampona, la Viola Organista puede tocar notas individuales y obviamente formar acordes. Si el principio generador de sonido es el de frotar una cuerda para que vibre y suene, el elemento frotador no tiene que ser necesariamente un arco…, puede ser cualquier cosa y en el caso de Leonardo pues fue una rueda. Así de sencillo, así de complejo.
En retrospectiva puede explicarse fácilmente, sin embargo el acto creador demanda ante todo dos elementos: por un lado, el fracaso. Si bien Leonardo da Vinci es reconocido como el inventor más versátil y prolífico de toda la historia, también es importante decir que es el que más errores cometió…, obviamente. EL otro elemento fundamental implicado en el fenómeno creativo es la libre combinación de ideas o elementos provenientes de ámbitos diferentes. Es forzar relaciones. Así, podemos ver que Leonardo, en primer lugar, se atrevió a fracasar diseñando algo que sólo se quedó en los planos, pues nunca se materializó. Pero, en segundo lugar, forzó la combinación de dos instrumentos, es decir, preguntarse por la posibilidad de hacer un piano que sonara no sólo como violín, sino como un ensamble de violines.
El ser creativo es vivir en el mundo de las posibilidades, aceptando que la constante será el fracaso, y que muy de vez en cuando vendrá el éxito. Si bien la música es efímera en la tierra, como afirma Leonardo, es eterna en el mundo de las ideas como decía Platón. Pero para que la música exista se requiere un instrumento y un intérprete. Algo finito que materialice lo infinito. Un absurdo. Eso es la viola organista, eso es el arte. Esa es la vida… en un suspiro.