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Música en un suspiro

Música en un suspiro

Max Brunc concierto para violín y orquesta número 1 en sol menor del OP 26

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

A diferencia de los autores de los otros 3 grandes conciertos para violín decimonónicos, a saber, Brahms, Mendelssohn y Chaikovski, Bruch era un gran violinista.

Hijo de una soprano, Max Bruch nació en Colonia en 1838. Su madre le dio la motivación y formación musical elemental. A los 11 años ya escribía sus primeras composiciones, condición que le permitió ser becado en Frankfurt y Leipzig para concluir su formación musical.

 Sorprendentemente su desempeño profesional inicial lo realizó como director de orquesta y no como violinista. Siendo el director de la orquesta filarmónica de Liverpool, escribió una de sus obras más célebres, las variaciones sobre el Kol Nidrei, basado en temas judíos.

 Sus últimos días los pasaría en Berlín dedicado a la docencia y sobre todo a componer. Fallecería en 1820 a los 82 años de edad. Su Concierto para violín y orquesta número 1 fue compuesto en 1866. Fue tan original y disruptivo que se cuenta que, al presentarlo y tocarlo él mismo frente al gran Johannes Brahms, éste sólo respondió:

“¿Dónde consigue usted ese papel pautado?, se ve de muy buena calidad”. Este concierto despertó la envidia de los más grandes compositores y la angustia de los más grandes violinistas. Inicia con un preludio lento y misterioso, entablando una conversación entre orquesta y solista, hasta desembocar en una tormenta y arrebato, literal, para después volver a la calma con la que inició el movimiento.

El segundo movimiento es un adagio lírico sumamente emotivo y sensible. El violín parece romperse por la profunda intensidad del cúmulo de sentimientos evocados, acompañado por una orquesta siempre en pianissimo.

 Aquí es cuando me veo obligado a hacer mención del conocido síndrome de Stendhal. Éste es de hecho una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, o incluso alucinaciones, cuando alguien es expuesto a una sobredosis de belleza... Lo menciono porque yo mismo fui víctima de ello al escuchar este segundo movimiento la primera vez en mi vida.

 El final de este episodio puede definirse con una palabra: éxtasis. Para escuchar el tercer movimiento, hay que cambiar de dimensión.

Finale: Allegro energico: Después de engañarnos con un breve inicio tranquilo, se deja venir una avalancha de energía imparable donde se muestra un violín testarudo y siempre avanzando con rudeza y poder frente a una orquesta que no pretende ceder los embates de éste minúsculo personaje. Cuántas emociones en tan pocos minutos, Cuantas vidas en un concierto. Concierto para violín no 1 de Max Bruch… Una sobredosis de belleza que nos deja sin suspiro.

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