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Miguel Ángel García

Música en un suspiro

La Serenata

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Hoy les traigo una serenata… (seguramente estará pensando, querido lector, en un Mariachi), pero no…, en esta ocasión no hago referencia de ese tipo de serenatas. Debo argumentar que esas serenatas son bonitas, pero la serenata a la que haré referencia es más bien la forma musical destinada a ser interpretada por un ensamble de cuerdas y alientos con su respectivo acompañamiento de bajo armónico.

La Serenata, como forma musical, fue muy popular en el siglo XVIII. Hay un malentendido sobre el origen de la palabra serenata, pues se argumenta que viene del latín, "se-rus", en la tarde-noche", y de ahí al italiano "será", es decir "noche", sin embargo, su raíz correcta es la que viene del indoeuropeo Ksero, seco, y de ahí al latín "serenus", que denota un celo claro, limpio y sereno.

Una serenata es, entonces, una manifestación musical para festejar o halagar a una persona, casi siempre la mujer amada, al aire libre. Y es que, para poder hacer música, se requerían condiciones serenas. En ese sentido, las serenatas podían llevarse a cabo en cualquier momento, siempre y cuando el clima lo permitiera. Con el tiempo, las serenatas empezaron a ubicarse más bien por la noche, ya que el si el ambiente estaba sereno, también podía ser lo suficientemente íntimo para hablarle al ser amado. Curiosamente, en sus orígenes, la serenata no pretendía una declaración de amor, sino más bien la intentona para conseguir el perdón o para reparar algún daño entre los amantes.

Esta práctica viene desde la Edad Media, cuando los enamorados tocaban, bailaban y cantaban frente al balcón de la dama. Ya para el siglo XVIII, la Serenata había crecido en su forma y fondo, pues además de seguir siendo una manifestación nocturno-callejera, había alcanzado gran popularidad en las veladas que se ofrecían en jardines y palacios de nobles y aristócratas.

Una serenata era una especie de divertimento que llegaba a tener hasta 10 movimientos interpretados por un ensamble de cuerdas y alientos. Las serenatas eran algo muy propio de Style Galant o estilo galante; ese tipo de música en extremo fina, delicada y sin complicaciones armónicas o contrapuntísticas. Mozart compuso 13 serenatas que, por su naturaleza, no sólo vestían veladas reales, sino que también podían armonizar bodas y fiestas cortesanas. Mozart estructuraba sus serenatas iniciando con una marcha, seguida de movimientos lentos, rondos, minuetos y un final grandioso. Beethoven hizo también lo propio. El Opus 8 corresponde a una serenata para trío de cuerdas, así como el Op.25 para flauta, violín y viola. Para el período romántico, ésta forma ya había evolucionado hasta el concepto de serenata para orquesta de Brahms o Dvorak, o bien serenatas envueltas en un lied o canción, como es el caso de Schubert o Richard Strauss. Incluso existe el concepto serenata para un instrumento como el piano en el caso de las creaciones de Albéniz, Debussy o Maurice Ravel. Una serenata, cuánta fineza, cuánto glamour, cuánta elegancia… "Serenatas en un suspiro".

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