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Música en un suspiro

EL IDIOMA

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Ah! nihon go ga chiotto dekimas, Ja nimnoga gabariu pa ruski, Oui je parle francais, Ich Schpreche Deutch, Io parlo italiano, Milao ellinika. I Speak English. Desde que el hombre empezó a emitir sonidos y a designar objetos, dando origen a las diferentes lenguas que existen en el mundo, el aprender un idioma extranjero se ha convertido en una gran experiencia y a veces hasta en un gran misterio. Ello en función de que cada cultura percibe el mundo de determinada manera, haciendo que se cumpla un principio elemental: Tantos idiomas, tantas realidades. En la actualidad hay un sinnúmero de métodos que garantizan el rápido y efectivo aprendizaje de un idioma. Pero, es importante mencionar que una cosa es darse a entender en un idioma extranjero y otra es hablar un idioma extranjero. Es relativamente sencillo darse a entender claramente simplemente mencionando “palabras” y siguiendo ciertas reglas gramaticales, pero ello con mucho, no es hablar un idioma extranjero. A este respecto, uno de mis maestros en la juventud, me dio una lección que nunca olvidaré: “Los idiomas NO se hablan, se cantan”.

Cada idioma tiene sonidos específicos, es decir, tiene una musicalidad. El espectro sonoro de cada idioma depende fundamentalmente del número de vocales que contenga. A mayor número de vocales, mayor espectro de sonido. Esto quiere decir que entre más amplio sea el espectro sonoro de nuestra lengua materna, más facilidad tendremos para hablar, sin acento un idioma extranjero. Hablar de espectros de sonido y de acentos, es hablar de música, lo que nos lleva a asegurar que la música influye en nuestra capacidad para aprender y hablar otras lenguas. Múltiples estudios señalan que los músicos desarrollan una habilidad especial para hablar varios idiomas y ello se explica por su entrenamiento para discriminar e imitar sonidos. 

Quien aprende música dota a su oído de mayor sensibilidad para captar sonidos y percibir una gama más amplia de matices. Además, por su entrenamiento, el oído del músico desarrolla una capacidad para escuchar un rango mayor de frecuencias del que usamos cuando hablamos. Aunque es en la infancia cuando más fácilmente se aprende un idioma, el oído posee una elasticidad tal que puede entrenársele y ejercitarlo, y la música es una excelente opción. Ésta es la razón por la que algunas escuelas invierten más recursos en la formación musical, con el objetivo de reforzar capacidades lingüísticas. Neurocientíficos han realizado experimentos diversos en donde por ejemplo retan, a identificar y memorizar palabras sin significado alguno. A continuación, se repite el ejercicio, pero ahora presentando las palabras con música y entonación. En el primer normalmente se dan meros aciertos aleatorios, mientras que en el segundo suelen presentarse aciertos por encima del 70%. En resumen, educar y ejercitar nuestro oído por la vía de la música, mejorará paso a paso nuestra disposición a percibir, discriminar y pronunciar nuevos sonidos. El reto no es sólo darse a entender, sino deleitarse con la búsqueda, experiencia y expectativa de llegar a hablar un idioma como un nativo de la lengua. Así que, si deseas hablar inglés, francés o cualquier otro idioma, aprender violín, piano o cello es el primer paso.

Wakarimashta ka?, Voi panimaietie, Tu comprends, Verstehen sie, Caspisci, Katalabeneté, Do you understand… en un suspiro.

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Escrito en: Columnas Editorial

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