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Música en un suspiro

MÚSICA DE BANQUETE

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Imagina que tienes 6 años y que estás en la primaria. La maestra les dejó una tarea muy interesante. Tenían que ir con su padre a preguntarle en qué trabajaba. Si estuviéramos en pleno siglo XVII en España, alguno de tus compañeros hubo respondido: “Mi papá se encarga de tender la cama y arreglar el guardarropa del rey Felipe IV”…, no te rías esa era una profesión no sólo respetable, sino deseable, ¡ah!, pero lo mejor es que el papá de tu amiguito se llamaba Diego Velázquez, el gran pintor que en su momento realizaba dichas tareas además de pintar. Otro compañero proveniente del Japón feudal respondería: “Mi papá se encarga de abrir las ventanas del Castillo de Matsumoto”. Ante el asombro de todos, alguien preguntaría: “¿eso hace todo el día?”, a lo que el niño respondería: “¡oh no, cómo crees, eso le toma sólo la mitad del día, porque su segunda tarea cotidiana es la de cerrar las ventanas que abrió por la mañana”. De la misma manera, ese trabajo no sólo respetable, sino deseable en el Imperio del Sol Naciente. 

Podría citar muchas profesiones, pero ya que estamos en Música en un Suspiro, hablaremos de uno de los géneros más interesantes en la historia de la música: Compositor de Tafelmusik, es decir, música de banquete. La costumbre de comer con música es muy antigua y podemos rastrearla desde las culturas antiguas como Egipto, Grecia y Roma. 

Sin embargo, no es sino hasta el siglo XVI, cuando surge propiamente el género “Tafelmusik” o música de banquete con el objetivo específico de deleitar, con delicadas danzas instrumentales, el oído de los ilustres comensales durante el almuerzo o la cena. En el período barroco, específicamente en Alemania y Francia, fue cuando floreció este género, y por increíble que parezca, despertó la curiosidad de grandes compositores como, Jean-Baptiste Lully y Michel-Richard Delalande en Francia y sobre todo quizá el más famoso y reconocido compositor de música de mesa: Georg Philipp Telemann. 

En su tiempo, Telemann fue, con mucho el compositor más famoso y reconocido en Europa por encima de Bach o Handel. Escribió 40 óperas, 46 pasiones, Suites orquestales, 125 conciertos, 130 tríos, 145 obras para clavecín, y un sinnúmero de piezas de variados estilos, lo que a la fecha lo hacen acreedor del récord Guiness como el compositor más prolífico de la historia. Durante 40 años fue el director musical de la ciudad de Hamburgo y entre sus obligaciones tenía que componer música para paradas militares, fiestas y cualquier tipo de evento cívico. 

En 1733 su Tafelmusik, bajo el nombre de Musique de table, o música de mesa. Cada suite consta de 6 piezas para acompañar un banquete iniciando con una obertura orquestal, seguida de un cuarteto, un concierto, una sonata a trío, una sonata solista y una coda que podía adoptar formas diversas. Era un excelente “chef ” que se entrevía a combinar estilos musicales italianos, franceses, ingleses o polacos en una misma “sentada”. 

La música en sí evitaba pasajes virtuosos, pues éstos serían “indigestos” para los escuchas que sólo requerían un ambiente que les permitiera una buena digestión en medio de una plática amena. Aunque el género Tafelmusik desaparecería en la segunda mitad del siglo XVIII, cediendo su lugar al Divertimento, hasta la fecha podemos encontrar músicos que acompañan banquetes y comidas. Es música para NO ser escuchada. Es simplemente un acompañamiento. Lo interesante es que haya existido esta música como género, pero lo que es inverosímil, es que ésta bellísima música de Telemann haya sido destinada como fondo, cuando es un verdadero manjar al oído, al corazón y al alma. 

Glotones, en un suspiro.

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