El arte es ante todo un medio para la manifestación del espíritu. Los materiales pueden variar; para un pintor una paleta de colores, para un compositor, ciertas notas, una partitura y un lápiz. Los grandes artistas lo son en buena medida porque logran ver de forma anticipada las ideas que llegarán a conformar la realidad del resto de la humanidad, por eso en la mayoría de las veces son mal entendidos. Llegan antes que todos para hacer el camino. Pero lo interesante aquí, es ver que independientemente de los medios la idea elemental se proyecta a través de ellos, es decir llegará a través del pintor, del filósofo o del músico. Sin duda estos paralelismos existen, pero desgraciadamente los campos de estudio difícilmente se cruzan, razón por la cual estos caminos paralelos no se perciben.
Uno de estos casos es el de dos gigantes en la pintura y en la música: Francisco de Goya y Lucientes y Ludwig van Beethoven. Ambos fueron revolucionarios en su propuesta dejando atrás el patrón clásico y neoclásico. Pero lo que llama la atención es que más allá de su transición paralela estilística, sus vidas también muchas similitudes. Aunque Goya era 24 años mayor que Beethoven mueren con un año de diferencia.
El padre de Beethoven era un músico mediocre que lo inicia en este arte, de la misma manera en que Goya es introducido por su padre, maestro dorador y pintor. Siendo muy joven, Beethoven viaja a Viena, "la Meca" de la música, y Goya hace lo propio en Italia. Después de una breve estancia en Viena donde conoce a Mozart, Beethoven debe regresar a Bonn, pues su madre estaba muy enferma a punto de morir. Goya debe regresar a Zaragoza porque su padre estaba gravemente enfermo. En Bonn, Beethoven llama la atención como violista, organista y maestro, lo cual lo hace merecedor de un apoyo económico por parte del príncipe elector de Bonn y regresa a Viena. Goya se convierte en el mejor pintor de la región lo cual le permite ser apoyado por Francisco Bayeu, pintor de la corte de Aragón y dirigirse así a Madrid. Beethoven entra en el prestigiado círculo de familias nobles de Viena convirtiéndose en el mejor y más reconocido pianista. Goya realiza retratos de la nobleza madrileña, llegando a ser el pintor más reconocido de la época.
Hacia 1796 Beethoven empieza a experimentar los primeros síntomas de sordera. Goya empezará a experimentar el mismo mal cuatro años antes, en 1792. En esta época es cuando ambos se alejan del patrón clásico de la estética mesurada para entregarse literalmente a la pasión desbordada. Ambos concuerdan que el artista debe dejarse llevar por sus propias inclinaciones sin parámetros o reglas que los limiten. Ambos serán considerados puentes entre el clasicismo y el romanticismo sentando las bases del expresionismo. Ambos fueron hombres de la Ilustración y lucharon siempre por la emancipación del ser humano. A partir de la sordera paulatinamente total, que enfrentaban, Beethoven y Goya llenaron su obra de matices contrastados y de un carácter desgarrador y atormentado: Muestra de esto en Beethoven están las Sinfonías 3, 5 y 9 o sus últimos cuartetos de cuerdea del Opus 133 y 135. En Goya encontramos: La serie de grabados "Los Caprichos", El Sueño de la Razón produce monstruos", "Los Disparates" o "Los desastres de la Guerra".
Ambos artistas traspasan los medios, sus medios, para conectarse con un espíritu común… el de tratar de ser uno mismo.Honestidad en un suspiro.