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No está escrita la última palabra

JOSÉ SANTIAGO HEALY.-

A escasos nueve días de la renovación del Congreso de la Unión, los ánimos y el ambiente político se calientan ante las inminentes reformas constitucionales que el régimen de López Obrador insiste en realizar a pesar de los lamentos de amplios sectores del país.

La que más preocupa sin lugar a dudas es la reforma del poder judicial, la desaparición de los legisladores plurinominales inquieta pero no quita el sueño como tampoco la toma de los militares de la Guardia Nacional que a decir verdad nació y creció bajo el cobijo del sector castrense.

La reforma judicial que nadie sabe a ciencia cierta donde nació y que los morenistas dicen que es un mandato del pueblo, dará al traste con varias décadas de formación y experiencia de magistrados, jueces y funcionarios judiciales que con todo y errores y excesos realizaban con entrega su importante labor en México.

López Obrador con un odio enfermizo ha desprestigiado una y otra vez a los integrantes del poder judicial, pero sin dar pruebas fehacientes ni datos duros sobre la supuesta corrupción y la gama de privilegios que envuelve a este gremio.

Fue precisamente en enero del 2019 en los inicios del gobierno morenista cuando Arturo Zaldívar fue designado como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cargo que desempeñó hasta el 7 de noviembre del 2023.

Días después se integró al equipo de campaña de Claudia Sheinbaum, quien en fecha reciente anunció que Zaldívar será Coordinador de Política y Gobierno en su próxima administración.

Si el magistrado Zaldívar encabezaba el Poder Judicial y conocía la aparente podredumbre del gremio y además estaba tan cerca de López Obrador, ¿por qué esperaron a realizar los cambios hasta el último mes del régimen?

Es evidente que la motivación del presidente tabasqueño va más allá de una simple y llana modernización del sector judicial mexicano.

El académico mexicano Roger Bartra escribió un artículo demoledor en El Universal donde advierte que "en el último mes de su gobierno López Obrador quiere lograr lo que no hizo en seis años: transformar el régimen político. Lo debilitó, lo corrompió, lo desordenó y lo sometió con mano dura, pero no llegó a crear nada que se asemeje a las tres grandes transformaciones anteriores que fueron su modelo: la Independencia, la Reforma y la Revolución".

Si las reformas se aprueban el próximo mes, asegura Bartra, "tendremos una autocracia sin aura populista, un Poder Judicial sometido al Ejecutivo y a los vaivenes de los grupos políticos, un Legislativo carente de proporcionalidad, una policía totalmente en manos de los militares y una ausencia de organismos autónomos".

El artículo que lleva el título "Golpe en septiembre" define con precisión los riesgos que se avecinan si López Obrador consigue su asonada. Pero todavía no está escrita la última palabra.

Todo indica que Morena y sus aliados conseguirán la ansiada mayoría calificada en la Cámara de Diputados a pesar de los gritos y sombrerazos, pero no ocurrirá así en el Senado donde le faltarán dos o tres escaños para alcanzar arriba del 66 por ciento de representación.

Está además por verse si las protestas al interior del Poder Judicial logran escalar a un nivel que obligue al régimen a frenar sus ansias y aplace para mejores tiempos tales cambios legislativos.

Y si nada de lo anterior ocurriera existe la opción de los grupos opositores de impedir sea aprobada la reforma utilizando los recursos que por años practicó López Obrador.

Es decir plantones, protestas masivas y la toma física de los inmuebles del Poder Legislativo lo que impediría al menos temporalmente el "golpe de septiembre".

Lo cierto es que no se vale que de última hora y sin un análisis sereno y profundo se intente realizar reformas constitucionales por la ambición del poder y de controlar a México.

Este momento semeja al de septiembre de 1982 cuando el presidente José López Portillo nacionalizó la banca e implantó el control de cambios, acciones que hicieron un daño profundo y prolongado a la economía y la sociedad mexicana.

NOTICIA FINAL…

Tocó esta semana a Kamala Harris ser la estrella mediática al ser declarada candidata presidencial del partido Demócrata. Sin duda con la llegada de la vicepresidenta Harris a la carrera presidencial crece la competencia al grado que según encuestas Donald Trump ha perdido la ventaja que le llevaba a su anterior contrincante Joe Biden. Como anticipó Barack Obama será una elección muy cerrada.

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