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No hagas cosas buenas...

No habrá colapso

ENRIQUE IRAZOQUI MORALES

La noche de ayer se llevó a cabo el primer debate presidencial en los Estados Unidos entre el actual jefe de estado de la nación más poderosa del mundo, Joe Biden, y el expresidente Donald Trump. Esta pieza se escribió justo antes de que sucediera el mismo, por lo que es imposible comentar sobre lo que sucedió en el encuentro.

Cuando el magnate inmobiliario emergió como carta republicana hace 8 años con posibilidades reales de llegar a la Casa Blanca, al pueblo de México se nos ponían los pelos de punta puesto que Trump una y otra vez recorría su país lanzado comentarios xenofóbicos, amenazando a los paisanos que ya viven al norte del río Bravo y advirtiendo con cancelar el Tratado de Libre Comercio (TLC), lo que hubiese puesto más que en aprietos la economía mexicana. Trump no nos bajaba de violadores y criminales, generalizando.

Como es sabido, el señor ocupó el poder de 2017 al 2021 manteniendo su estilo bobalicón, es verdad que sentó a su vecino del norte Canadá y los mexicanos a renegociar el tratado comercial, creando un nuevo acuerdo que en términos generales ha sido positivo y poco o nada ha afectado los negocios en Norteamérica.

Llegó el tiempo de la reelección cuatro años atrás y el hoy opositor perdió la oportunidad de un segundo periodo presidencial. Mal perdedor como lo demostró en los hechos y que lo llevó al menos a incitar la toma violenta del mismísimo Capitolio en Washington DC, sede del Poder Legislativo; hoy el populista Donald Trump está cerca de volver a hacerse con la presidencia de los Estados Unidos.

Sin embargo, de concretarse la vuelta del magnate inmobiliario, el miedo de hace 8 años no está más. Es claro que el mediático expresidente perteneciente al Partido Republicano está más inclinado a la derecha que por naturaleza misma del perfil ideológico se encuentra el presidente Biden, del Partido Demócrata.

La postura ideológica de los republicanos y particularmente de su candidato es hasta cierto punto simplista: se deben crear condiciones en las que el Estado genera condiciones jurídicas y de competitividad que favorezca el florecimiento de la actividad económica. Ellos creen que "la mano invisible del mercado" se encargará de darle a cada quien lo que le corresponde, descripción básica de justicia, condición sine qua non para el desarrollo armónico de una sociedad.

En tanto los del Partido Demócrata, aunque capitalistas como casi todos los norteamericanos, se corren más al centro y propugnan por que las instituciones públicas, a través de diversos mecanismos, de alguna manera procuren mayor equidad entre el reparto de la riqueza. Otra forma de procurar justicia

¿A qué viene a cuento del debate norteamericano con la vida de los mexicanos que moramos dentro del territorio nacional? Pues porque luego ya de casi un mes que pasaron las elecciones para presidente(a) de la República y luego de la amplísima victoria de la candidata del presidente Andrés Manuel López Obrador, es natural que en todos los círculos sociales, por lo menos alguien le dio su voto a la abanderada de Morena, así sea en la mesa donde se supone habiten puros "conservadores" como suele calificar López Obrador a todo aquel que no simpatice con sus posturas políticas.

Pues en un ejercicio hecho a la distancia, entre 7 personas de mediana edad, todos con al menos licenciatura y otros tantos con posgrado, con ingresos individuales que en el peor de los casos los colocan en plena clase media para arriba votaron mayoritariamente por Morena.

De los presentes, 4 sufragaron por Sheinbaum; dos por Gálvez y una por la opción que presentó Movimento Ciudadano. Cuando los ganadores argumentaron los motivos de su voto, entre el resentimiento, argumentos lógicos y hasta el entendible "apoyo que reciben mis viejos" explicaron el resultado electoral.

¿Qué con todo esto? Pues que la democracia es así, no importa la razón sino la mayoría. Quizá la opción de Claudia en el futuro demostrará que fue acertada o no, sólo el tiempo. Pero en tanto, así como muchos por hígado o por desconocimiento han dotado de un poder a la nueva presidente que ni AMLO detento, el resto tiene también el derecho a preocuparse solamente por aquello que las grandes mayorías creen que mueve a los "conservas" lo cual jamás será bueno para una sociedad toda, la polarización.

Pero si un polémico como Trump no pudo cuando tuvo el poder de dañarnos en gran medida, quizá tampoco con cada mexicano en su posición radicalizada dependiendo donde le toque estar, pueda llevarnos a un daño colectivo. Ojalá.

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